CASTROVERDE DE CAMPOS: "Que vengo de moler, morena....":: PÁGINA Nº 2....

"Que vengo de moler, morena....":: PÁGINA Nº 2.

ADJUNTO ESTAS DOS ANÉCDOTAS DE MOLINOS DE VIENTO Y DE RIBERA DE LOS RÍOS::

Restos del molino de viento en Tierra de Campos.

Paisaje con aerogeneradores.

Hablando del viento, los que nos movemos por la zona hemos visto la irrupción de esos gigantescos aerogeneradores que mueven sus palas durante el día y que crean un paisaje extraño e hipnótico de luces parpadeantes al llegar la noche. Esta eclosión se nota en la producción diaria de electricidad, acercándonos a los objetivos de la CE en el consumo de energías renovables.

Estos “molinos” nos pueden parecer propios de una época de descubrimientos vertiginosos, de nuevas técnicas y aplicaciones, de sorprendentes materiales y dispositivos… Pero sin embargo y muy cerquita de nuestro pueblo podemos encontrar rastros de lo que en otro tiempo fueron ingenios de gran contenido tecnológico, molinos de viento que aprovechaban esa energía invisible para moler la cebada y el trigo que está tierra lleva dando desde siglos.

El aprovechamiento del aire para la molienda no data de cuando se escribió “El Quijote” ni es cierto que el Caballero de la Triste Figura se lanzó contra los molinos por ser para él una cosa nunca vista. Al menos dos siglos antes, en 1441, podía leerse en la Crónica del Halconero de Juan II: “Luego otro día, jueves, día de Corpus Christi, a 15 de junio, año de 41, vióse una escaramuça en los molinos de viento, camino de Tordesillas, bien trabada, e ovo muertos de vna parte e de otra”.

Está aceptado que mucho antes de Cervantes los molinos de viento formaban parte de los paisajes hispanos en los que no se disponía de un curso de agua suficientemente grande o estable para instalar un molino hidráulico. O aunque hubiese agua, el exceso de molinos hidráulicos generaba dificultades para que todos ellos funcionasen sin interferencias mutuas, como ya vimos en una anterior entrada. Este argumento y la necesidad de moler la gran producción cerealista de la zona hacían necesarios los de viento.

Sea por uno u otro motivo, estos ingenios mecánicos proliferaron en el área comprendida entre el río Valderaduey y el Bajoz. Buena prueba de ello son las ruinas de los molinos de Cabreros del Monte. Uno de ellos un edificio en buena piedra y que mantiene su orgulloso porte desde hace siglos ya que en 1751 en las respuestas al catastro de Ensenada se indica “sólo hay extramuros de esta villa un cubo de un molino, que fue de viento, y hace muchos años que no tiene uso” mientras que lo que parece un palomar en ruinas es en realidad un molino de cubo reconvertido en una casa de palomas con sus nidales. Quizás sea uno de los 12 palomares a los que se hace referencia en la inquisitoria del Marqués de la Ensenada.

Muchos de los molinos de viento realizados en tapial se reconvirtieron en palomares y así se han confundido con ellos hasta nuestros días. Tal es el caso del de BARCIAL DE LA LOMA cuya ruina puede verse hoy día erguida en una era de los Vázquez de Prada.

En definitiva, recomiendo encarecidamente visitar los molinos y sus restos que aún podemos encontrar en Palazuelo de Vedija, Santa Eufemia del Arroyo, CASTROVERDE DE CAMPOS, Cuenca y tantos otros pueblos de la Tierra de Campos occidental. Conducir con ojos atentos por esos pueblos apartados de las autovías os permitirá descubrir un ingente patrimonio cultural y paisajístico. ¡Disfrutadlo!

,, NAZARIO MATOS.