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CASTROVERDE DE CAMPOS: PÁGINA Nº 2Aunque los datos sobre la España vaciada ...

PÁGINA Nº 2Aunque los datos sobre la España vaciada  (otro de esos conceptos que de tanto repetirse amenaza con quedar solo en la cáscara) empiezan a hacerse bola, es necesario, llegados a este punto, poner las cifras bocarriba. La población de nuestras zonas rurales  (municipios con menos de 30.000 habitantes) es de unos 7,5 millones de personas, el 15,9% de la población total (censo de 2020) para el 84% de la superficie del país. El abandono del campo avanza imparable (un 7,1% en los últimos 10 años) en plan la terrorífica nada de 'La historia interminable', y en los pueblos que sobreviven empieza a haber tanta testosterona en el aire como polen en primavera. Las áreas rurales tienen un índice de masculinidad un 9,2% más elevado que las urbanas (en La Rioja alcanza el 17,5%). ADEMÁS, CUANTO MÁS PEQUEÑO EL MUNICIPIO, MÁS TÍOS. Lo mismo con los jóvenes; hay pocos (un 35,2% menos que en las ciudades), y cuanto más pequeño el pueblo, menos. «Sí que conozco a gente de mi generación que está quedándose en los pueblos», dice Lorena Guerra, 33 años, que nació, vive y trabaja en Cuenca -no en la de las casas colgadas, sino en una aldea de unos 200 habitantes pedanía de Fuente Obejuna  (Córdoba)-, «pero conozco más que se han ido a la ciudad. De hecho, suelo decir que soy una privilegiada por poder trabajar en el pueblo».
TRAS UNA NUEVA AGRICULTURA. Agricultora «por vocación personal y tradición familiar», estudió Ingeniería Técnico Agrícola en Sevilla porque tuvo claro que de esta forma «si venían tiempos difíciles siempre podría quedarme en casa». Pero más allá de la heroicidad que supone apostar por el mundo agrícola  (ya sabes, 365 días al año, madrugones, un frío o un calor que te pasas, bichos, granizo, polvo, interminables horas de soledad, un dineral en ISDIN Extrem...), ha sido Instagram lo que le ha dado a Lorena Guerra un altavoz potentísimo para visibilizar «el mundo y a la mujer rural». Los 28.800 seguidores de su cuenta @agricola lorew lo atestiguan. Allí igual la vemos subida a un tractor o a una cosechadora que posando entre bancales, olivos o girasoles. NO, DE BANAL, NADA, DE NADA, MONADA. Aunque Lorena considere «palabras mayores» la posibilidad, que le menciono, de que ella sea representativa de una nueva generación de agricultores, al final admite que «a diario mucha gente joven me lo dice por Instagram. Aún no termino de creérmelo. Yo intento ser lo más transparente que puedo, me gusta transmitir lo que me hace sentir usar maquinaria, o lo bien que me siento en el campo, y creo que eso les llega». [Influencer. «Persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales». Observatorio de Palabras de la RAE)]. Lorena Guerra, cordobesa, ingeniera técnico agrícola, agricultora e instagrammer. No es la única empeñada en influir. «En el mundo rural las mujeres están movilizadas y el asociacionismo tiene un peso importante, mucho más que en las ciudades», dice Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR). «Somos conscientes de que vivimos muy dispersas por el territorio, pero compartimos preocupaciones y demandas, y sabemos que solo coordinándonos lograremos el impacto necesario para que se atiendan». No se dedican precisamente a organizar rifas o a hacer ramilletes de flores secas: «Las asociaciones están realizando un trabajo imprescindible de dinamización social, ayudando a generar oportunidades laborales para las mujeres, visibilizando y luchando contra la violencia de género...; trabajando en definitiva para construir un mundo rural más igualitario, donde las que lo deseen se puedan quedar a vivir». Un sector más masculinizado que la mediaLo anterior pone sobre la mesa los términos de una ecuación compleja. Porque cuando hablamos del sector agroganadero, lo hacemos, nos recuerda la extremeña Catalina García, de ámbitos muy masculinizados, «hechos por y para los hombres». Hay además, señala Teresa López, una resistencia poderosa a reconocer el trabajo femenino: «Tradicionalmente la contribución de las mujeres a la agricultura y la ganadería se ha considerado ayuda, se ha infravalorado, pese a que ellas han asumido todos los deberes, aunque sin ningún derecho derivado». Que hasta 2011 no pudiesen ser cotitulares de las tierras con sus parejas lo dice todo. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, las mujeres está n al frente de 374.051 explotaciones agrarias, casi un tercio del total. Eso sí, solo poseen el 23% de la superficie agraria útil, según la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Le digo a Catalina García, que es una de esas mujeres, que precisamente en su área, el vino, es donde con más frecuencia vemos nombres femeninos en las empresas. «Sí», dice, «los cargos técnicos sí pueden estar representados por mujeres, pero no es así en puestos de responsabilidad». Lejos de entonar un clásico "por favor, dejadnos jugar", Catalina García reclama cambiar de baraja. «Las mujeres tenemos que estar hoy presentes en los órganos de dirección de las empresas, no para adaptarnos a lo que hay, sino para cambiarlo desde dentro con nuestra forma de trabajar, conciliar y negociar, que es muy diferente a la de los hombres».