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CASTROVERDE DE CAMPOS: RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS - EL TREN BURRA NOS ACERCABA...

RECUERDOS DE OTROS TIEMPOS - EL TREN BURRA NOS ACERCABA A VALLADOLID Y SOBRE TODO ERA EN ÚNICO   PARA CONECTAR CON LAS PUEBLOS  CERCANO. ERA LA CONEXIÓN CON EL EXTERIOR. SOLO TENÍAMOS  EL TREN BURRA O EL COCHE DE NAZARIO PARA PODER  VIAJAR.

Las ruinas son espacios olvidados, lugares que invitan a pensar desde el presente en el pasado que fue y en el futuro que nunca ocurrió. El filósofo alemán Georg Simmel reflexionó en su ensayo sobre las ruinas acerca del modo en que la naturaleza transforma lo creado por el hombre: es una devolución al orden natural, una venganza. De ruinas y olvidos sabe -demasiado, quizás- la comarca de Tierra de Campos.«Allí donde lucharon los pastores leoneses contra las falanges romanas, allí donde murieron los visigodos, los vacceos, donde murieron millares de campesinos defendiendo una tierra amarga, allí transcurre ahora la vida monótona y gris, apelmazada sobre unas cuantas injusticias, algunas débiles quejas, nacimientos (cada vez menos, ¿para qué nacer?) y unas cuantas muertes por año». Con esta crudeza se refería Jesús Torbado en el prólogo de «Tierra mal bautizada» a esta comarca natural que abarca territorios de las provincias de Palencia, Valladolid, Zamora y León. Corría el año 1966 y el periodista y escritor acababa de finalizar su particular peregrinación por los pueblos de Tierra de Campos que narraría en su interesantísimo libro de viajes. Reivindicaba una dignidad humana que se sobreponía al abandono y la despoblación «de la tierra más explotada, colonizada, engañada y humillada de cuantas forman, por lo menos hasta el momento, España». Pero también denunciaba «tanto silencio, tanta resignación». Silos destartalados y restos de viejas industrias interrogan al viajero, más de medio siglo después, sobre el sueño roto del progreso de esta tierra cerealista. El porvenir había de venir primero surcando las aguas del Canal de Castilla y, después, sobre las vías del ferrocarril. Precisamente al ferrocarril de vía estrecha que un día vertebró la Tierra de Campos dedico esta entrada. Los vestigios de su singladura por la provincia de Zamora languidecen, una vez desmantelado el camino férreo, como personajes descontextualizados de otro tiempo. Ignacio Martín Verona y Wilfredo Román Ibáñez publicaron el año pasado el libro «Secundarios de Castilla», recogiendo la historia, los recuerdos y los vestigios de los ferrocarriles de vía estrecha de Tierra de Campos, Torozos y Vega del Esla. La red contó con cuatro líneas, la primera de ellas fue inaugurada en 1884 y unía Valladolid con Medina de Rioseco. En 1912 entraron en funcionamiento las líneas de Palencia-Villalón y Medina de Rioseco-Villada. La cuarta, la Medina de Rioseco-Palanquinos, se inauguró en 1915 y cruzaba durante 23 kilómetros la provincia de Zamora. Entraba en Zamora desde Barcial de la Loma (Valladolid) y tenía estaciones en las localidades zamoranas de Castroverde de Campos y Villanueva del Campo. Después se introducía en la provincia de León por Valderas hasta Palanquinos. La línea estuvo gestionada por la compañía Secundarios de Castilla y en 1965, en plena decadencia y abandono del servicio, el Estado se hizo cargo a través de la nueva empresa pública Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha (FEVE). Finalmente, en 1969 dejó de circular el emblemático «Tren Burra» de Tierra de Campos. Los autores del libro apuntan a la falta de inversiones que modernizaran el servicio, al criterio meramente económico y al declive general de la comarca. La red fue desmantelada, sin embargo, un buen puñado de edificios y otras infraestructuras, permanecen -aun en la ruina- en pie. Es el caso de las estaciones del «Tren Burra» o «Charango» en la provincia de Zamora. Castroverde de CamposLa estación de Castroverde de Campos se encuentra a las afueras, junto a la carretera ZA-524 que conduce a la localidad leonesa de Valderas. El conjunto está compuesto por el edificio de viajeros, el almacén de mercancías y el urinario-lampistería. Los tres edificios, construidos en ladrillo, fueron proyectados, como todos los de la línea, por los ingenieros Manuel Bellido y Juan Cervantes.