LA
IGLESIA DEL
PUEBLO.
Como por el peso de los años, se inclinaba la
torre de la iglesia, mi infancia al lado de esos muros cubiertos de musgo recordaba.
Cuantas veces el caracol de su
escalera, subimos por llegar al
campanario, desde allí se divisa todo el pueblo,
casa y
huertos ,
monte lejano.
Y delante de ella una explanada cuatro acacias dos negrillos , y en el alma, tantos ratos protegidos por su
sombra, que pasamos jugando a la baraja.
Las
piedras lamidas por el viento, gastadas por granizos,
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