. RAMOS Con cristiana resignación Argimiro Santamaría carga la carretilla con decenas de garrafas de agua, las mismas que pueblan las estanterías de los supermercados, de entre cinco y 6,5 litros, pero éstas vacías. Es martes por la tarde y, como sucede, ya de rutina, desde hace dos años y medio en San Marcial, llega el maná, el agua sin contaminar a bordo de una cisterna de leche Gaza fletada por la Diputación para cubrir el abastecimiento de agua potable del que carecen en este pueblo por problemas de contaminación de los pozos.
Los vecinos de Entrala, a cuatro kilómetros de distancia y más cercanos aún a la capital, conocen desde hace menos tiempo, apenas medio mes, lo que significa esperar el camión una vez por semana, aunque ya se van acostumbrando y las estampas de la espera garrafa en ristre son casi las mismas que las vistas en San Marcial, aunque estos últimos, con más tablas, se dotan de la ancestral y útil carretilla para acarrear el líquido elemento.
No todo el mundo se toma igual la situación de falta de agua potable para beber o cocinar. En San Marcial, con más de dos años y medio surtiéndose del camión cisterna el asunto suscita resignación y esperanza en que pronto se solucione, bien a través de una depuradora o de la construcción de un nuevo pozo de sondeo. «Tengo 73 años y en la vida ha pasado esto en San Marcial. Antes trabajábamos la mayoría de las personas en el campo y no había estos problemas», relata Domingo Galán González, para quien la ausencia del líquido elemento es difícil de asimilar, «pues sin querer vas al grifo, porque es a lo que estás acostumbrado».
En esto últimos meses, durante la época de las matanzas, el acuciante problema se multiplica «porque el lavado de las tripas exige mucho agua potable y nos vemos en la necesidad de comprar litros y litros para el consumo». Hasta ahora además del consumo habitual para beber, también se hace imprescindible el agua, para lavar las verduras, y cocinar, si bien para la ducha o el baño, aseguran, se pueden llevar a cabo con la que llega a sus domicilios por el grifo, la del pozo de sondeo de San Marcial.
«Nos dicen que pronto se va a solucionar. En el verano se nos dijo desde el Ayuntamiento que ya iba a haber agua potable, y aún seguimos esperando. Yo me voy solucionando el tema porque tengo un pozo y al no querer es una buena ayuda», asegura Argimiro Santamaría, otro de los vecinos de San Marcial que acudía solícito a llenar de agua las cerca de quince garrafas de cinco litros cuando el chófer de la cisterna hacía sonar el claxon para que los vecinos se percataran de su llegada.
Menos demanda despertaba entre los vecinos de Entrala el reparto del camión cisterna, a pesar de que para ellos fue una verdadera sorpresa cuando a finales de octubre el Ayuntamiento publicaba un bando dando a conocer la elevada acumulación de nitratos que habían registrado los servicios sanitarios en el agua. «Nosotros seguimos bebiendo, y hasta el día de hoy no ha habido ningún problema de gastroenteritis ni infección ninguna», aseguraban algunos de los vecinos de la localidad que acudían a la primera de las cinco paradas marcadas para el abastecimiento de Entrala, junto a la iglesia de la localidad.
Más críticos con la falta de potabilidad de un elemento tan necesario como el agua eran los ciudadanos que componían el grupo que esperaba la llegada del camión, protegidos de la fina lluvia bajo el porche del antiguo Ayuntamiento, todos ellos formando una estampa ciertamente anacrónica en un pueblo situado apenas seis kilómetros de la capital. «El 25 de octubre nos avisaron de que no era potable, pero hasta dos meses después no hemos recibido el primer reparto del camión cisterna. La verdad es que todavía no entendemos cómo no ha habido algún problema por consumir esta agua, quizá porque mucha gente ya la bebía comprada». Entrala dispone de dos pozos, uno en el pueblo y otro cerca de La Yagona, de donde al parecer, según creen los vecinos, surge la contaminación.
En este caso el Ayuntamiento tiene la vista puesta en la llegada del agua de Zamora, para solventar definitivamente el problema de potabilidad del agua. Una solución que se antoja difícil de lograr a corto plazo, por lo que quedan muchas tardes de acercarse a las gomas verdes que surgen del camión cisterna, las modernas fuentes de agua limpia con las que llenar las garrafas de plástico, en su día etiquetadas por manantiales de agua mineral y que hoy bastante tienen con albergar agua normal y corriente.
Por su parte el Ayuntamiento del El Perdigón al que pertenece San Marcial esta en trámites para construir un nuevo pozo de sondeo en una finca cedida por un particular, obra que se llevará a cabo por parte de la Diputación Provincial dentro del Convenio contra la sequía, confirmó la alcaldesa, Amelia García. La Diputación se encargará de adjudicar la obra de construcción, mientras el Ayuntamiento se está responsabilizando de los trámites previos. De hecho ayer mismo en el Boletín Oficial de la Provincia salía el anuncio de información pública de la solicitud de uso excepcional de suelo rústico para la captación de agua y las instalaciones auxiliares de abastecimiento, así como la línea eléctrica.
Los vecinos de Entrala, a cuatro kilómetros de distancia y más cercanos aún a la capital, conocen desde hace menos tiempo, apenas medio mes, lo que significa esperar el camión una vez por semana, aunque ya se van acostumbrando y las estampas de la espera garrafa en ristre son casi las mismas que las vistas en San Marcial, aunque estos últimos, con más tablas, se dotan de la ancestral y útil carretilla para acarrear el líquido elemento.
No todo el mundo se toma igual la situación de falta de agua potable para beber o cocinar. En San Marcial, con más de dos años y medio surtiéndose del camión cisterna el asunto suscita resignación y esperanza en que pronto se solucione, bien a través de una depuradora o de la construcción de un nuevo pozo de sondeo. «Tengo 73 años y en la vida ha pasado esto en San Marcial. Antes trabajábamos la mayoría de las personas en el campo y no había estos problemas», relata Domingo Galán González, para quien la ausencia del líquido elemento es difícil de asimilar, «pues sin querer vas al grifo, porque es a lo que estás acostumbrado».
En esto últimos meses, durante la época de las matanzas, el acuciante problema se multiplica «porque el lavado de las tripas exige mucho agua potable y nos vemos en la necesidad de comprar litros y litros para el consumo». Hasta ahora además del consumo habitual para beber, también se hace imprescindible el agua, para lavar las verduras, y cocinar, si bien para la ducha o el baño, aseguran, se pueden llevar a cabo con la que llega a sus domicilios por el grifo, la del pozo de sondeo de San Marcial.
«Nos dicen que pronto se va a solucionar. En el verano se nos dijo desde el Ayuntamiento que ya iba a haber agua potable, y aún seguimos esperando. Yo me voy solucionando el tema porque tengo un pozo y al no querer es una buena ayuda», asegura Argimiro Santamaría, otro de los vecinos de San Marcial que acudía solícito a llenar de agua las cerca de quince garrafas de cinco litros cuando el chófer de la cisterna hacía sonar el claxon para que los vecinos se percataran de su llegada.
Menos demanda despertaba entre los vecinos de Entrala el reparto del camión cisterna, a pesar de que para ellos fue una verdadera sorpresa cuando a finales de octubre el Ayuntamiento publicaba un bando dando a conocer la elevada acumulación de nitratos que habían registrado los servicios sanitarios en el agua. «Nosotros seguimos bebiendo, y hasta el día de hoy no ha habido ningún problema de gastroenteritis ni infección ninguna», aseguraban algunos de los vecinos de la localidad que acudían a la primera de las cinco paradas marcadas para el abastecimiento de Entrala, junto a la iglesia de la localidad.
Más críticos con la falta de potabilidad de un elemento tan necesario como el agua eran los ciudadanos que componían el grupo que esperaba la llegada del camión, protegidos de la fina lluvia bajo el porche del antiguo Ayuntamiento, todos ellos formando una estampa ciertamente anacrónica en un pueblo situado apenas seis kilómetros de la capital. «El 25 de octubre nos avisaron de que no era potable, pero hasta dos meses después no hemos recibido el primer reparto del camión cisterna. La verdad es que todavía no entendemos cómo no ha habido algún problema por consumir esta agua, quizá porque mucha gente ya la bebía comprada». Entrala dispone de dos pozos, uno en el pueblo y otro cerca de La Yagona, de donde al parecer, según creen los vecinos, surge la contaminación.
En este caso el Ayuntamiento tiene la vista puesta en la llegada del agua de Zamora, para solventar definitivamente el problema de potabilidad del agua. Una solución que se antoja difícil de lograr a corto plazo, por lo que quedan muchas tardes de acercarse a las gomas verdes que surgen del camión cisterna, las modernas fuentes de agua limpia con las que llenar las garrafas de plástico, en su día etiquetadas por manantiales de agua mineral y que hoy bastante tienen con albergar agua normal y corriente.
Por su parte el Ayuntamiento del El Perdigón al que pertenece San Marcial esta en trámites para construir un nuevo pozo de sondeo en una finca cedida por un particular, obra que se llevará a cabo por parte de la Diputación Provincial dentro del Convenio contra la sequía, confirmó la alcaldesa, Amelia García. La Diputación se encargará de adjudicar la obra de construcción, mientras el Ayuntamiento se está responsabilizando de los trámites previos. De hecho ayer mismo en el Boletín Oficial de la Provincia salía el anuncio de información pública de la solicitud de uso excepcional de suelo rústico para la captación de agua y las instalaciones auxiliares de abastecimiento, así como la línea eléctrica.