A una margarita:
Muy blanca, de amarillo corazón,
te siguen deshojando los amantes,
los fieles, y también los inconstantes
te cuentan sus secretos con pasión.
¡Te deshojan tan llenos de ilusión!,
y lo siguen haciendo como antes;
les late el corazón varios instantes,
de indolencia hasta pierden la razón.
¡Me quiere, no me quiere!.. ¡pobre niña!
absorta en esplendor de la campiña,
pregunta ilusionada y sin temor.
Los pétalos de blanco terciopelo,
inertes, tan maltrechos en el suelo
por las culpas de algún dudoso amor.
Noemí.