EL PIÑERO: Cuando las mañanas se despedían del invierno, los tejados...

Cuando las mañanas se despedían del invierno, los tejados exhiben la escarcha que la noche le a regalado.
La burra Robustiana, con su amo a los lomos dejaban atrás el pueblo, olvidandose el viento de manifestarse, las chimeneas dejaban escapar esbeltas fumarolas erguidas asta perderse en lo azul del cielo.
Los trabajos de poda le esperaban a su amo en una viña, a Robustiana, pasar el día estacada en un lindos, en el cual algunos Nabrestos y otras hierbas aguantan los rigores del invierno.
Quizás por revolcarse de forma que pudiera librarse de la atadura, ó un pequeño fallo al hacer el nudo su amo, a eso de las tres de la tarde, Robustiana se encontraba libre por un polvoriento camino en dirección donde el sol se olvida del día para saludarnos por el lado opuesto por las mañanas.
En los sembrados cantaban alegres las alondras, algún Gabilucho, aleteaba estático en el cielo, con la mirada, buscando en el suelo sus presa.
Robustia, pastaba en los sembrados de cereales y disfruto de su libertad, contemplo desde una loma con los Cuervos volaban hacia el Moruelo a buscar cobijo para pasar la noche, un Raposo andaba de un lado a otro buscando los vientos que le anuciaran su posible caza.
Ahora las estrellas eran las dueñas del cielo, el sonido del maullido de algún Búho se escuchaba y Robustiana sentía deseos de volver a su cuadra donde a estas horas ya le abría echado su amo paja y cebada.
Despacio fue acercándose al pueblo, la libertad es buena pero la noche hace sentir pequeños miedos, el sonido de las pisadas de Robustiana despertó algún perro que con sus ladridos anunciaba a sus amos la presencia del animal en la calle, desde un tejado fue contemplada por un gato pardo, el olor de campo ya no existía, las chimeneas exhalan aromas de las cenas preparadas en las cocinas.
Al subir un pequeño teso entre las casas. en un corral cercano un cordero balaba buscando a su madre, el tintineo de alguna cencerra decía que el ganado descansaba rumiando en las tenadas.
La curiosidad a veces no es buena y Robustiana entro en un corral con paredes derunvadas, mordisqueo algunas hierbas que allí se criaban, luego todo fue confusión en suelo se hundió a sus pies envuelta en escombro y maleza sin saber como se encontraba magullada en el fondo de un zarcerón abandonado.
Las entrañas de aquel recinto que en tiempos acogiera el fruto de las viñas para con paciencia esperar en los recipientes a ser degustado después de la transformación en buen caldo, ahora era su morada, como pudo muy dolorida se levanto y evitado chocar en la oscuridad deanbulo por el escaso recinto los huesos le dolían de la caída y así sin apenas diferenciar la noche del día se pasaban las largas horas, esperando que su destino cambiara.
El destino nunca nos anuncia como sera el día siguiente, pero Robustiana si presentía su destino final ahora que por pasar allí sin luz ni agua ni comida aquellos largos días, en el suelo tendida escapándose la poca fuerza para seguir con vida, momentos postreros que dedicaba a recordar su vida.

Atrás quedo la libertad
y el cántico de las aves,
el comer en los sembrados
y contemplar el horizonte.

Caminar bajo las estrellas,
ser compañera de los luceros,
alzar la mirada hacia la luna,
sentir el olor del campo fresco.

Muchas y largas horas pasaban,
la hambruna desgarraba,
las fuerzas se perdian
y la vida se olvidaba.

Ahora Robustiana yacía,
olvidada y enterrada en vida,
ni siquiera fuerzas tenia,
para levantar la cabeza
Se encontraba tendida,
quisiera rebuznar pero no podía,
por si alguien la sentía
y le salvara la vida.

Recordaba toda su vida,
en su larga agonía.

Despacio y en silencio,
sintiendo el frió en el cuerpo,
se despide de este mundo,
comienza su sueño eterno.

Lejos quedaron los días,
de trabajo sudor y esfuerzo,
Robustiana dejo este mundo,
para subir a su cielo.

En algún lugar del cosmos,
donde se encuentran los luceros,
las bestias tienen su sitio,
las bestias tienen su cielo.