EL PIÑERO: Un potrillo impaciente pregunto; ¿cuál es esa misión...

Un potrillo impaciente pregunto; ¿cuál es esa misión tan importante?
Calma, calma, dejarme que os cuente.
El caballo, permaneció en silencio unos segundos, dando a entender que las prisas no eran necesarias en aquel momento, algunos potros pidieron silencio entre sus compañeros, y el caballo continuo.
Los primeros días estuve en un corral, algunas veces me pusieron el peto para que me acostumbre a llebarlo, luego comenzaron a entrenarme para que aguantara las envestidas de los toros, cosa que no es fácil pues envisten con muchos bríos y si pierdes pies rueda uno por los suelos, con el consiguiente trastorno en la lidia, la burla de la mayoría del publico, el peligro para el picador y para mí, esto se debe conseguir con astucia y sensibilidad, pues los sentidos de la vista y el oído nos son anulados para hevitar que nos asustemos, y nos comportemos de forma inadecuada al colocarnos el picador delante del toro, nos queda la intuición para saber cuando se va a producir el embroque. Y si tienes los ojos tapados, ¿como puedes saber cuando se arranca el toro?
Pregunto, un potro que escuchaba atentamente.
Pues muy sencillo. Prosiguió diciendo el caballo con aires ceremoniosos. Por los movimientos del jinete, hay que estar muy atento pues él nos guía y después de unas cuantas veces de haber intervenido el tercio de baras, sin ver, ni oír, sabes el momento en que se arranca el toro hacia ti.
Aunque el piquero va subido sobre una montura que nos colocan sobre el lomo, se perecían los movimientos que este realiza de los cuales el caballo tiene que saber cuando llama al toro y en especial cuando se arranca para ir hacia el peto. Sabiendo esto, el caballo tiene que estar preparado para el embite del toro.
Yo creo, que tiene que preprararse para salir corriendo. Dijo un potrillo con cara de asustado.
Eso, eso, dijeron otros más, y uno añadió.
Corriendo no lo cogerá el toro.
Se hizo algo de algarabía al hablar casi todos los potros, entonces el caballo recién llegado de las ferias del verano, levantando las patas delanteras, dijo:
Calma, calma, os explicaré, a un caballo percheron nunca nos utilizan para correr, para eso la gente tienen otra clase de caballos que no valdrían para lo que nosotros valemos.
Nosotros somos fuertes y robustos y muy útiles desarrollando nuestra fuerza, por eso debemos aguantar las acometidas del toro, para ello hemos de cargar nuestro cuerpo hacia el lado por donde nos envisten y en el momento del en broque aun mas todavía.
Eso si, con cuidado no sea que se retire el toro, y nos caigamos hacia el lado por donde nos atacaron.
Un potro levantando la cabeza pregunto:
¿Duele mucho, cuando el toro nos enviste con esos cuernos tan grandes que tienen?
Todos los potros se quedaron en silencio esperando la respuesta del caballo, este moviendo negativamente la cabeza comenzó a decir.
No, solamente se siente un topetazo, para evitar ser heridos por los toros nos ponen el peto, que es molesto llevarlo pero nos libra de los pitones de los toros. Para aquellos potros el tiempo de siesta había transcurrido sin enterarse. Por eso algunas yeguas comenzaban a marchar hacia el careo, el caballo dándose cuenta que las hembras con paso tranquilo abandonaban el sesteo, le dijo a los allí reunidos.

Bueno, dejemos las historias para otro día, la tarde esta muy buena y debamos aprovecharla para pastar.
Dicho esto el caballo, comenzó a abrirse paso entre los potros allí presentes dirigiéndose al centro de la pradera, algunos potros a la vez que lo seguían, comentaban, que tendría que continuar al día siguiente relatándoles cosas tan interesantes, pues ellos tenían curiosidad por saber como era la vida lejos de aquel prado.
El tiempo cambio en aquella comarca, viniendo los clásico, días de lluvia del otoño, siendo por todos bien recibidos, en la manada de caballos.
Aquellos días ya no dejaron lugar a las reuniones que se formaban en siesta, pues el calor ya no agobiaba y al ser los días mas cortos tenían que aprovecharlos para comer.
Después de aquellos días lluviosos del otoño, le siguieron los primeros fríos del invierno, propicios para que los animales fueran adaptando su piel y pelaje a los fríos venideros, aquellos potros que en los días de verano lucían un pelo liso y fino, comenzaban a tener el pelo espeso y esponjado para defenderse del clima invernal que le esperaba en aquellos parajes donde pastaba aquella manada de caballos percherones.
Una mañana del crudo invierno estando recogidos en un corral con tenadas, para que se cobijaran, el viento frío del norte silbaba fuera de la techumbre, en el corral algunos copos de nieve se balanceaban asta llegar al suelo.
Los potros, ahora separados de sus madres y con la veterana compañía del caballo de picar, rustrian paja y cebada en una pesebrera, al lado se encontraba una pila de agua que le serbia para saciar su sec.
Después de almorzar, todas las bestias permanecían en la tenada pues los copos seguían cayendo lentamente y el frío fuera era intenso.
Como estaban algo aburridos, pues llevaban varios días sin salir de aquel cobertizo uno de los potros dirigiéndose al caballo le dijo:
Porque, no nos cuentas alguna historia de la temporada taurina