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EL PIÑERO: Porque, no nos cuentas alguna historia de la temporada...

Porque, no nos cuentas alguna historia de la temporada taurina.
Todos los potros se acercaron un poco más al caballo no querían perderse lo que este le contara.
El caballo dándose cierto empaque les decía:
No creáis que hay mucho que contar, estas aventuras son mas para vivirlas que para contarlas.
Pero recuerdo un día... estábamos en una ciudad muy importante, y los toros que aguardaban en los chiqueros tenían fama de ser de los más bravos y fieros que se lidian en la temporada, mis compañeros se encontraban algo nerviosos, decían que seria difícil no rodar por el suelo, pues los años anteriores eso había pasado.
A mí, me correspondía el tercer toro de la tarde, y según fueron entrando mis compañeros de sus turnos correspondientes, las noticias no podían ser peores, habían sido derribados, incluso alguno varías veces.
Yo intente estar sereno, cosa que me fue bastante difícil, pues no dejaba de sentir a mis compañeros refunfuñar de lo malos y fieros que eran aquellos toros.
Aprecie por el comportamiento del piquero que me montaba cierta tensión pues ya teníamos que salir, cuando comenzó a conducirme por el callejón, camine sereno y decidido, al entrar en el ruedo pude olfatear en el ambiente el miedo que el morlaco producía a todos los que en el ruedo se encontraban, se me coloco en el lugar idóneo para desarrollar la suerte, después de unos momentos de tensa espera y yo, poner en tensión todos los músculos de mi cuerpo vencí como de costumbre mi cuerpo hacia el lado por donde atacaría el toro, eso si, asentando fuerte mis patas en el suelo esperando la acometida de la fiera, la cual llego contra mi de forma estrepitosa descargando todo su poder sobre mi cuerpo, sus astifinas cornamenta se hundían en el peto asta llegar hacerme daño, ante su ímpetu tuve que perder unos pasos, aprovechando para jincarme más en el suelo y cargarme más sobre el burel de fuerza desmedida, fueron momentos muy intensos de lucha, en la cual yo cumplí aguantando el tipo sin dejar que me derribara.
El caballo se detuvo en su relato y poniendo cara de disgusto continuo diciendo:
Cosa que no es reconocida por la mayoría del publico, siempre están de parte del toro, pero lo bien hecho bien parece y los expertos en el tercio de varas, si tienen en cuenta nuestra labor.
Después de acabar el relato algunos potros hacían comentarios sobre lo escuchado, otros hablaban de la diferencia del tiempo del verano cuando ellos estaban en la pradera y el caballo andaba por los pueblos de feria en feria.
Un potro que había permanecido algo alejado del grupo, como ausente durante las historias, quizás soñando con alguna potrilla, se acerco, al caballo y le pregunto:
Cuando, as estado por ahí, durante la temporada, ¿alguna vez te as enamorado?
Después de la pregunta del potro todos los demás, se quedaron en silencio parecía interesarle mucho escuchar lo que el caballo dijera al respecto.
El perchero después de quedarse pensativo unos segundos se abrió paso entre sus compañeros, todos lo miraban esperando su contestación, pero este acercándose a la pila del agua tomo unos pequeños tragos luego con paso lento, volvió donde estaban reunidos esperándole.
Aquellos jóvenes potros no apreciaron ciertos detalles en el caballo, sin embargo al escuchar la pregunta y antes de comenzar a caminar hacia el abrevadero, un suspiro exhalado, un movimiento de labios y dejar los ojos entornados a medias eran síntomas evidentes de que algo había habido.
El caballo con el mismo semblante que se había ido volvió a colocarse en el mismo lugar, despacio levanto los párpados y después de mirar a sus compañeros comenzó diciendo.
Amigos míos, nosotros los caballos percherones, no somos meros animales de carga o tiro, también tenemos muestro corazóncito.
Cierto día, al llegar a las inmediaciones de una plaza de toros para irnos preparando para la hora de la corrida, a unos metros del camión donde yo había llegado se encontraba aparcado otro, que era de un rejoneador, por eso, en uno de sus laterales, al lado de la sombra estaban atados los caballos que utilizaba para la lidia.
Tengo que deciros amigos, que estos caballos de rejoneo por sus diferencias morfológicas son mas apreciado que nosotros, pero ello, no quiere decir que sean mejores o mas inteligentes.
Cuando me bajaron del camión procure hacerlo de forma que causara impresión a los allí presentes, para ello, alce la cabeza di un fuerte resoplido y baje la rampa con pasos recios y pisando fuerte, los caballos atados a la sombra, miraron pero no dijeron nada, “les suelen tener bien domados” solo, se escucho un fino relincho de una joven potra que estaba hacia un lado, al escucharlo sentí algo dentro de mi, yo volví la cabeza hacia ella y deje en el aire un fuerte relincho.
Después pude contemplarla detenidamente, me pareció encantadora, suave y bella.
La tarde siguió su curso, a ella la pasearon bellamente enjaezada, a mi me prepararon para el tercio de varas, pues era una corrida mixta.
En el vaivén de la corrida, paso cerca de mi, la mire intensamente y exhale un resoplido, ella una vez más dejo escapar un suave relincho.
Yo no dejaba de pensar que podía hacer para estar cerca de ella, por ello cuando me quitaron el peto y como tenían en mi cierta confianza de que no me escaparía, no tuvieron el cuidado de atarme, camine despacio asta donde ella se encontraba, tube algo de miedo de que se asustara de mi, y relinchara fuerte elertando a todos, guardo silencio, yo con cierto atrevimiento roce su mejilla con mi hocico, no buscaba lo que vosotros estáis pensando, pues aun pudiendo besarla no lo hice mis intenciones eran ponerla en libertad retirándole la cabezada que la mantenía amarrada al camión.
Después todo fue un tumulto de sensaciones, yo la provoque para que sintiéndose libre y se alejara de allí.
El caballo se detuvo en el relato unos segundo, luego poniendo cara de felicidad continuo diciendo con una voz más suave, que parecía que le salía del corazón. Yo le seguí en su escapada, que bello era verla galopar libre por el campo, nos perdimos en una inmensa pradera salpicada de arboles y juntos pasamos la noche.
El caballo guardo silencio. Cerro suavemente los ojos como si quisiera mas que recordar soñar con aquellos momentos...
Un potro impaciente, pregunto: ¿que paso durante la noche?
Algunos potros protestaron por la insolencia de la pregunta, el caballo abriendo los ojos se dispuso a contestar.
Eres muy joven y por eso haces esas preguntas, debes saber que un caballero nunca debe contar algo de lo que solo fueron testigo la luna y las estrellas.
El potro de la pregunta insolente dijo: Nosotros no somos caballeros, sino potros.
El caballo mostrándose serio contesto: Guardar respeto por las buenas formas es bueno. Seamos lo que seamos.
Fuera de la tenada donde se encontraban cobijados los potros, los copos cada vez eran más intensos y el suelo de aquel corralón estaba ya cubierto por una capa de nieve.
Una puerta se abrió, por ella unos hombres entraron varios paquetes de alfalfa que fueron depositados en la pesebrera, los potros algo alborotados comenzaron a dar cuenta de aquel manjar puesto a su disposición, después habiéndose ido por donde vinieron los hombres, volvió la calma y el sosiego solo roto por el sonido del rustrir de aquellos potros que en temporadas venideras serian excelentes caballos de picar.