La suave brisa,
del mediodía meciendo los trigales,
crea olas doradas,
perdiéndose en la lejanía,
de la estepa Castellana.
Las aves cobijadas,
en las encinas perdidas,
entre campos de cereales,
de la Camila, los Barriales,
la Cebollera y la Vasalla,
con Vayondo al fondo,
por encima de la Espinera.
Resecas las espigas,
esperando la siega,
acarreadas de madrugada,
para ser reventadas
allí en las eras.
Campos que al mediodía,
solo escucha a las cigarras,
se callan las alondras,
la perdiz y la tórtola.
Reseco el polvoriento camino,
sedientas las linderas,
atrás quedaron los días,
lluviosos de primavera.
Duros días del estío,
que doraron los trigales,
ahora la brisa del viento,
forma olas doradas,
de suaves movimientos,
hasta ser recolectados.
del mediodía meciendo los trigales,
crea olas doradas,
perdiéndose en la lejanía,
de la estepa Castellana.
Las aves cobijadas,
en las encinas perdidas,
entre campos de cereales,
de la Camila, los Barriales,
la Cebollera y la Vasalla,
con Vayondo al fondo,
por encima de la Espinera.
Resecas las espigas,
esperando la siega,
acarreadas de madrugada,
para ser reventadas
allí en las eras.
Campos que al mediodía,
solo escucha a las cigarras,
se callan las alondras,
la perdiz y la tórtola.
Reseco el polvoriento camino,
sedientas las linderas,
atrás quedaron los días,
lluviosos de primavera.
Duros días del estío,
que doraron los trigales,
ahora la brisa del viento,
forma olas doradas,
de suaves movimientos,
hasta ser recolectados.