Cuando el Sol va tomando altura, se acortan las sombras, el cuervo que naciera unas primaveras antes, busca su rama para pasar las horas centrales del día.
Desde su pino atalaya tiene el privilegio de sentir el aire fresco de la parte nordeste del Monrruelo, contempla el páramo viendo pasar el trascurso de los días, como lentamente va cambiando la fisonomía del lienzo ondulado que se avista desde el recio árbol.
No sabe de horarios ni días, pero su instinto le dice que se acerca la mañana mas intensa del páramo.
La tranquilidad sera cambiada por ruido de los motores, grandes artilugios como fuerzas ocupantes, llenaran los caminos y barbechados, las ruedas motrices desarrollando su fuerza levantando polvareda.
Otras mañanas seria algún raposo quien a trote recorrería los rastrojos buscando algún roedor, por causas del ruido de los motores se esconderá en su madriguera.
Los campos de cereales desprovistos de la mies serán pateado por bellos ejemplares equinos, portando a sus lomos orgullosos jinetes, armados de exageradas lanzas.
Toda la estepa sera cruzada de arriba a abajo, de Norte a Sur, Este y Oeste, brincando cunetas, caminos, gavias y lindones por ronquidos estridente de los birruedas.
Nada tendría sentido sin el centro de la fiesta, como buenos Castellanos de tierra del vino, damos rienda suelta a nuestros instintos mas primitivos, queriendo dominar las bestias.
El cuervo sabe,
que en algún lugar,
de un campo de encinas,
sestea en silencio,
el de la frente rizada,
ese toro negro,
tranquilo en el campo,
fiero delante de un pueblo.
El solo se enfrenta,
el solo sin miedo,
es rey de la fiesta,
el toro negro.
El Sol testigo en lo alto,
sera justiciero del tiempo,
el de la testa encornada,
tendrá el sufrimiento.
A de aguantar la mañana,
de calor intenso,
sin tener descanso,
sin tener sosiego.
Agrestes los campos,
árido el suelo,
resecas las pajas,
polvoriento el barbecho.
Lucha toro valiente,
embistele a ellos,
demuestra tu sangre,
embiste toro negro.
"Felices fiestas"
Desde su pino atalaya tiene el privilegio de sentir el aire fresco de la parte nordeste del Monrruelo, contempla el páramo viendo pasar el trascurso de los días, como lentamente va cambiando la fisonomía del lienzo ondulado que se avista desde el recio árbol.
No sabe de horarios ni días, pero su instinto le dice que se acerca la mañana mas intensa del páramo.
La tranquilidad sera cambiada por ruido de los motores, grandes artilugios como fuerzas ocupantes, llenaran los caminos y barbechados, las ruedas motrices desarrollando su fuerza levantando polvareda.
Otras mañanas seria algún raposo quien a trote recorrería los rastrojos buscando algún roedor, por causas del ruido de los motores se esconderá en su madriguera.
Los campos de cereales desprovistos de la mies serán pateado por bellos ejemplares equinos, portando a sus lomos orgullosos jinetes, armados de exageradas lanzas.
Toda la estepa sera cruzada de arriba a abajo, de Norte a Sur, Este y Oeste, brincando cunetas, caminos, gavias y lindones por ronquidos estridente de los birruedas.
Nada tendría sentido sin el centro de la fiesta, como buenos Castellanos de tierra del vino, damos rienda suelta a nuestros instintos mas primitivos, queriendo dominar las bestias.
El cuervo sabe,
que en algún lugar,
de un campo de encinas,
sestea en silencio,
el de la frente rizada,
ese toro negro,
tranquilo en el campo,
fiero delante de un pueblo.
El solo se enfrenta,
el solo sin miedo,
es rey de la fiesta,
el toro negro.
El Sol testigo en lo alto,
sera justiciero del tiempo,
el de la testa encornada,
tendrá el sufrimiento.
A de aguantar la mañana,
de calor intenso,
sin tener descanso,
sin tener sosiego.
Agrestes los campos,
árido el suelo,
resecas las pajas,
polvoriento el barbecho.
Lucha toro valiente,
embistele a ellos,
demuestra tu sangre,
embiste toro negro.
"Felices fiestas"