Al final de aquella tarde, cuando la penumbra cubre los campos, la Garza alzo el vuelo desde la vieja Encina donde se encontraba, vuelo pasmodico de presagio luctuoso que se cernía por los pagos de el Charco y Fuentemarina.
En el pueblo las notas musicales del bonito folclore Zamorano y los pasos de los danzantes, era lo prioritario.
Algo apartada una casa, en ella....
El cazador se viste de Rambo,
pertrechado con arma de fuego,
el cinto repleto de plomo,
monta su caballo de acero.
En el acogedor maizal,
sosegado esta el utrero,
la Garza vuela cerca,
pájaro de presagio funesto.
El viento fresco del norte,
arranca del caballo de acero,
aromas que le dicen al toro,
cerca están tus hembras de ensueño.
Engañosos vientos y aromas,
engañado sale el utrero,
que quiere tener su dicha,
que quiere vivir sus sueños.
Acechando detrás de la luz,
esta la de los ojos negros,
ya fuera del Maizal,
el Toro busca los vientos.
Apostado desde el caballo de acero,
se encuentra el cazador intrépido.
En la lejanía del pueblo,
danzan al ritmo de jota.
En los campos tenso silencio.
Suben las pulsaciones del Rambo,
por que avista su sueño,
darle caza al morlaco,
cobrarse ese gran trofeo.
Un disparo rompe el silencio.
La Garza cambia su vuelo,
buscara refugio en el Encinar,
! ho! en los Pinos que plantara,
un hombre hace tiempo.
Después del disparo,
el trofeo yace en el suelo,
se acerca el caballo de acero,
cogiendo en sus brazos,
los restos mortales del Toro,
que confundió los vientos.
En el pueblo las notas musicales del bonito folclore Zamorano y los pasos de los danzantes, era lo prioritario.
Algo apartada una casa, en ella....
El cazador se viste de Rambo,
pertrechado con arma de fuego,
el cinto repleto de plomo,
monta su caballo de acero.
En el acogedor maizal,
sosegado esta el utrero,
la Garza vuela cerca,
pájaro de presagio funesto.
El viento fresco del norte,
arranca del caballo de acero,
aromas que le dicen al toro,
cerca están tus hembras de ensueño.
Engañosos vientos y aromas,
engañado sale el utrero,
que quiere tener su dicha,
que quiere vivir sus sueños.
Acechando detrás de la luz,
esta la de los ojos negros,
ya fuera del Maizal,
el Toro busca los vientos.
Apostado desde el caballo de acero,
se encuentra el cazador intrépido.
En la lejanía del pueblo,
danzan al ritmo de jota.
En los campos tenso silencio.
Suben las pulsaciones del Rambo,
por que avista su sueño,
darle caza al morlaco,
cobrarse ese gran trofeo.
Un disparo rompe el silencio.
La Garza cambia su vuelo,
buscara refugio en el Encinar,
! ho! en los Pinos que plantara,
un hombre hace tiempo.
Después del disparo,
el trofeo yace en el suelo,
se acerca el caballo de acero,
cogiendo en sus brazos,
los restos mortales del Toro,
que confundió los vientos.