No te sorprendas, es verdad.
Si usted lo dice, comencé hablarle de usted, quizás por que me imponía bastante respeto, mire al pedestal, faltaba el maestro.
No se porqué tuve claro, que como iba a estar allí si estaba a mi lado sentado.
¿Siempre cuando as pasado por la plaza me as mirado, porqué ahora no me miras? Me pregunto.
Me quede un poco pensativo, después de mirarlo por el rabillo del ojo, dije: Ahora quizás este algo asustado.
Crees que te aria daño, dijo poniendo una mano en mi hombro.
Yo me moví un poco, el retiro la mano.
No, creo que no me arias nada.
Por que lo dices tan convencido.
Pienso que un maestro nunca le aria nada malo a un alumno.
¿Tú te consideras mi alumno?
En cierta medida si, seguí diciendo, si representas a los maestros, y suponiendo que un maestro siempre considera alumno, a aquel que algún día lo fue, yo fui alumno.
¿Hoy que te gustaría ser maestro, ó alumno? me interrogo una vez más.
Alumno, conteste yo.
¿Tan malo crees que es ser maestro? me e decantado por lo fácil, además para ser maestro tendría que saber muchísimo mas.
¿Te gusta estudiar?
No. Conteste demasiado deprisa, aprender, si.
Hubo un silencio entre los dos, yo seguía mirando al pedestal vació de su maestro, pensé volver la mirada hacia mi compañero de banco, no me atreví, y si no había nadie, y estaba hablando yo solo, sentí ganas de reanudar mis quehaceres en la capital, algo me hizo quedarme, para romper el silencio, le pregunte. ¿Cómo se ve la vida desde allí? A la vez que apuntaba al pedestal.
Con una voz muy pausada comenzó diciendo: En la vida lo importante no es lo que se ve.
Lo importante de la vida es como nos sentimos en ella.
Me quede unos segundos reflexionando en lo que había dicho.
Una paloma se paseo a escasos metros del banco donde estábamos
Si usted lo dice, comencé hablarle de usted, quizás por que me imponía bastante respeto, mire al pedestal, faltaba el maestro.
No se porqué tuve claro, que como iba a estar allí si estaba a mi lado sentado.
¿Siempre cuando as pasado por la plaza me as mirado, porqué ahora no me miras? Me pregunto.
Me quede un poco pensativo, después de mirarlo por el rabillo del ojo, dije: Ahora quizás este algo asustado.
Crees que te aria daño, dijo poniendo una mano en mi hombro.
Yo me moví un poco, el retiro la mano.
No, creo que no me arias nada.
Por que lo dices tan convencido.
Pienso que un maestro nunca le aria nada malo a un alumno.
¿Tú te consideras mi alumno?
En cierta medida si, seguí diciendo, si representas a los maestros, y suponiendo que un maestro siempre considera alumno, a aquel que algún día lo fue, yo fui alumno.
¿Hoy que te gustaría ser maestro, ó alumno? me interrogo una vez más.
Alumno, conteste yo.
¿Tan malo crees que es ser maestro? me e decantado por lo fácil, además para ser maestro tendría que saber muchísimo mas.
¿Te gusta estudiar?
No. Conteste demasiado deprisa, aprender, si.
Hubo un silencio entre los dos, yo seguía mirando al pedestal vació de su maestro, pensé volver la mirada hacia mi compañero de banco, no me atreví, y si no había nadie, y estaba hablando yo solo, sentí ganas de reanudar mis quehaceres en la capital, algo me hizo quedarme, para romper el silencio, le pregunte. ¿Cómo se ve la vida desde allí? A la vez que apuntaba al pedestal.
Con una voz muy pausada comenzó diciendo: En la vida lo importante no es lo que se ve.
Lo importante de la vida es como nos sentimos en ella.
Me quede unos segundos reflexionando en lo que había dicho.
Una paloma se paseo a escasos metros del banco donde estábamos