Eran las cero horas y treinta minutos de el día de los difuntos, unos mozalbetes pasaban la velada en una bodega, debido a la festividad que era, comenzaron a contar historias de muertos…..
Entre otras historias, contaron la de “Agarra manga que no hay caña” Después, uno de ellos dijo: ¿quien se atreve a venir con migo hasta la puerta del cementerio?
Todos entre risas opinaron que irían, otro queriendo demostrar tener mas valentía propuso, dar un paseo por dentro, algunos comentaron que eso era demasiado, la mitad de ellos accedieron a caminar entre las tumbas.
El grupo salio de la bodega, y entre risas y anécdotas caminaron hasta la puerta del camposanto.
Todos se detuvieron ante la puerta e hicieron un silencio, el que lanzara el desafió de entrar dijo: el que se atreva que me siga, y abriendo la puerta paso para dentro.
El mendigo dormía en su refugio, en su mente surgía el sueño que mas deseaba que se hiciera realidad. Que algún día, su familia venia a buscarlo, a aquel lugar donde la marea de la vida lo había dejado embarrancado, perdido y olvidado.
Cuatro jóvenes franquearon la puerta, comenzando a caminar entre las tumbas, otros tres se quedaron a la entrada.
Uno de los de dentro decía en voz muy alta. Salir muertos, venir con nosotros.
El desamparado se despertó, suponiendo que eran sus familiares que le llamaban, desde la tumba decía: Esperadme que ya salgo.
Los muchachos se detuvieron y enmudecieron.
El vagabundo temiendo que no le hubieran oído volvió a decir: “Estoy aquí, ya salgo” ala vez que de un empujón tiraba la puerta.
Los mozalbetes que escucharon y algunos también vieron caer el tablero y comenzar a salir el desarrapado, echaron todos a correr y algunos decían con gritos entrecortados por el miedo.
“Están saliendo los muertos”
“Están saliendo los muertos”
Aquellos jóvenes corrían despavoridos hacia el pueblo, su miedo aumentaba al escuchar a él pordiosero que desde la puerta entre sollozos gritaba. “Llevarme con vosotros, no quiero estar aquí”
Blanquecinos y casi sin aliento corrían por una calle de pueblo alguno en la carrera decía:
“Nos persiguen los muertos”
“Nos persiguen los muertos”
Allegar a un cruce de calles que había una trasera y allí se formaba un mentirote, se derrumbaron ante los que allí se encontraban.
Los que estaban allí y mas que se juntaron al escuchar la algarabía que se había formado, cuando fueron tomando aliento le preguntaban a los muchachos, que es lo que pasaba, ellos decían, que los muertos del cementerio les perseguían, nadie les creía y algunos querían pegarles, por mentirosos y armar tanto escándalo.
Todos los perros del pueblo ladraban la gente se arremolinaba en la zona del mentirote y nadie entendía nada.
Uno mas, llego dando voces y pidiendo que le acompañaran, pues alguien pedía auxilio en las afueras del pueblo hacia el cementerio….
Entre otras historias, contaron la de “Agarra manga que no hay caña” Después, uno de ellos dijo: ¿quien se atreve a venir con migo hasta la puerta del cementerio?
Todos entre risas opinaron que irían, otro queriendo demostrar tener mas valentía propuso, dar un paseo por dentro, algunos comentaron que eso era demasiado, la mitad de ellos accedieron a caminar entre las tumbas.
El grupo salio de la bodega, y entre risas y anécdotas caminaron hasta la puerta del camposanto.
Todos se detuvieron ante la puerta e hicieron un silencio, el que lanzara el desafió de entrar dijo: el que se atreva que me siga, y abriendo la puerta paso para dentro.
El mendigo dormía en su refugio, en su mente surgía el sueño que mas deseaba que se hiciera realidad. Que algún día, su familia venia a buscarlo, a aquel lugar donde la marea de la vida lo había dejado embarrancado, perdido y olvidado.
Cuatro jóvenes franquearon la puerta, comenzando a caminar entre las tumbas, otros tres se quedaron a la entrada.
Uno de los de dentro decía en voz muy alta. Salir muertos, venir con nosotros.
El desamparado se despertó, suponiendo que eran sus familiares que le llamaban, desde la tumba decía: Esperadme que ya salgo.
Los muchachos se detuvieron y enmudecieron.
El vagabundo temiendo que no le hubieran oído volvió a decir: “Estoy aquí, ya salgo” ala vez que de un empujón tiraba la puerta.
Los mozalbetes que escucharon y algunos también vieron caer el tablero y comenzar a salir el desarrapado, echaron todos a correr y algunos decían con gritos entrecortados por el miedo.
“Están saliendo los muertos”
“Están saliendo los muertos”
Aquellos jóvenes corrían despavoridos hacia el pueblo, su miedo aumentaba al escuchar a él pordiosero que desde la puerta entre sollozos gritaba. “Llevarme con vosotros, no quiero estar aquí”
Blanquecinos y casi sin aliento corrían por una calle de pueblo alguno en la carrera decía:
“Nos persiguen los muertos”
“Nos persiguen los muertos”
Allegar a un cruce de calles que había una trasera y allí se formaba un mentirote, se derrumbaron ante los que allí se encontraban.
Los que estaban allí y mas que se juntaron al escuchar la algarabía que se había formado, cuando fueron tomando aliento le preguntaban a los muchachos, que es lo que pasaba, ellos decían, que los muertos del cementerio les perseguían, nadie les creía y algunos querían pegarles, por mentirosos y armar tanto escándalo.
Todos los perros del pueblo ladraban la gente se arremolinaba en la zona del mentirote y nadie entendía nada.
Uno mas, llego dando voces y pidiendo que le acompañaran, pues alguien pedía auxilio en las afueras del pueblo hacia el cementerio….