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EL PIÑERO: El devocionario:...

El devocionario:
Mañanas cuando las eras tienen su alfombra de hierba verde, dejan que el sol las siembre de flores de Primavera.
Largos días de Verano cuando el calor del mediodia reseca los trigales por igual en Correcaballos, que en Vacíapaneras, la Camila, o la Peguera.
Tardes que el viento de Otoño paulatinamente a ritmo de vals arranca las hojas de las choperas.
Noches de Invierno cuando el temporal azota la espadaña de la Iglesia, el viento silva al colarse entre las tejas, alguna de ellas movida por un gavilucho para hacer su nido.
Dentro de las recias paredes de piedra pasa los días descansando en el reclinatorio el devocionario, en la quietud de las largas horas esperando el momento de el toque misa y se acerquen las devotas a la Iglesia, en el tiempo de espera que trascurre para que el sacerdote comience la Eucaristía es tomado por alguna de las mujeres que día tras día fielmente dejas sus quehaceres para escuchar la Santa Misa.
Cuando el sol se acerca a el ocaso suenan las primaras campanadas, minutos después algún monaguillo volverá a tañir la campana grande tres veces, desde sus casas con pausado caminar y si el día es de invierno envueltas en su mantón negro, por distintas calles se dirigen hacia la Iglesia.
El suave terciopelo de las pastas del viejo libro de oraciones espera a ser tomado, las amorosas manos de la devota hojearan las paginas asta llegar donde dejara la lectura la vez anterior.
Entre sus hojas que ya hace muchos años perdieron el olor de tinta recién plasmada, yacen escritos que cuentan leyendas de seguidores de nuestro Señor Jesucristo, que teniendo una vida ejemplar, día a día rendían cuentas al Dios Padre.
Inexorable caminar de el tiempo que fue dejando mas reclinatorios vacíos y el devocionario un poco mas solo, guardando entre sus hojas una estampa de San Antonio oscurecida por el tiempo y el pétalo de una rosa que perdió su color, pero perdura su aroma.