EL PIÑERO: El final de la fría tarde se aproximaba, el viento...

El final de la fría tarde se aproximaba, el viento del norte movía las hojas del camino, las nubes grises querían vestir los campos de un manto blanco.
Las chimeneas de las casas exhalaban el humo producido por la quema de los leños en el hogal.
Nadie se veía por los caminos que conducen al Barrio Nuevo, mientras Farolo escarbaba contra la alambrada del recinto donde se encontraba, las crines se balanceaban al ritmo del movimiento de su pata, volando se acerco un Alcaudón Real y se poso en el poste de la cerca mas próximo a donde el se encontraba, lo contemplo un poco y luego con voz chillona le pregunto: ¿Qué haces escarbando en el lindón de la hera?
Farolo se sorprendió, pues estaba tan entusiasmado en su tarea que no vio llegar al alcaudón, después de mirarlo le contesto: Quiero hacer un hueco por debajo de la alambrada.
¿Y para que, quieres hacer ese socavón? volvió a preguntar el ave.
Para ser libre, contesto el buche.
Por que tienes tanto interés en ser libre, preguntaba una vez más, el de las plumas parecidas al pelaje de los toros berrendos.
Por que me e hecho mayor y quiero conocer mundo, contesto el joven cuadrúpedo.
El pájaro de pico puntiagudo miro detenidamente al buche y después de tomarse un tiempo le dijo: Tú crees que eres mayor y por ese motivo debes marcharte.
Si que lo soy y quiero andar libre por el campo, replico el pollino.
Te as fijado en el tiempo que hace, piénsatelo bien, por que se avecina una borrasca de frió y nieve, dijo el alcaudón.
No me importa, contesto el joven burro y añadió, soy fuerte y tengo muy buen pelaje para el frió.
Yo me lo pensaría bien, pues el invierno parece que va a ser muy frió, decía el ave, mientras miraba a su alrededor para acercarse a donde había decidido pasar la noche.
La tarde perdía la poca luz que tenia, por eso un Autillo salía de su escondite diurno, daba una vuelta por las cercanías del Barrio Nuevo y al ver a los dos contertulios de la alambrada se acerco allí, posándose en uno de los hilos metálicos, comento: Pienso yo que no esta la tarde para corrillos, aquí a la intemperie.
Yo, ya me retiraba a mi dormidero pero me quede aquí intentando convencer a este amigo que no se escapara pero ya me voy se va hacer de noche, dijo el alcaudón.
¿Y porque te quieres escapar? Pregunto el recién llegado.
Porque soy mayor, respondió apresurado el buche.
Ji, ji, ji. Unas risillas se escaparon por el pico curvo del ave nocturna. Tú crees que por ser mayor te debes ir de casa,
Si. Dijo el asno, tajante y algo malhumorado, por las risitas del pájaro.
No crees que estas escogiendo un mal momento para marcharte, siguió diciendo con algo de sorna el autillo.
Eso le digo yo, intervino el alcaudón.
El buche había estado todo el tiempo sin para de escarbar pero algo molesto con aquellas aves y cansado, pues no conseguía hacer el hueco necesario para escapar, ceso en el trabajo y dijo: No are caso a cualquier pájaro friolero que pase por aquí.
Estas palabras molestaron al alcaudón y según iniciaba el vuelo, dijo: Yo me retiro la noche se ha echado encima, y se perdió en la oscuridad.
Amigo… Comenzó a decir el ave posada en la alambrada.
Fue interrumpido de inmediato por el joven asno: me llamo Farolo.
Farolo, creo que debes ser menos temperamental y hacer caso a los mayores que te quieren. Dijo el autillo.
Farolo, mirando al ave fijamente le dice: y porque me vas a querer tú, ya me quiere mi mamá.
Entonces si te quiere tu mamá por que te vas a marchar, dijo mas preocupado el ave nocturna y continuo diciendo: aparte del frió que ya sabemos que no te importa, no sabes que va a llegar la navidad y las familias deben estar reunidas, tu madre se pondrá muy triste.
Sabe mas que tú y el alcaudón, mi amigo el zorro, el me dijo que lo mejor que había era la libertad.
Todo en su justa medidaa… añadió el pájaro de pico curvado cuando se alejaba, pues creía estar perdiendo el tiempo y la noche estaba malísima, debía comer y volver pronto a su refugio en el hueco en el viejo almendro.
El buche deambulo por la vera de la cerca y desde un pequeño montículo dio un brinco y rebaso la alambrada.
Ahora Farolo ya estaba en libertad, su madre al sentir el tropel se asomo, pues estaba dentro del cobertizo, al ver lo que pasaba se acerco a la valla y le dijo que volviera para dentro, pero el intrépido buche no la quiso escuchar y comenzó a caminar.
Impotente por no poder evitar la marcha de su hijo a la pollina se le escapo una lágrima que el joven buche si llego a ver como rodaba por la cara de su mamá, no le quiso dar importancia.
Comenzó a trotar por el camino hacia el pinar de Santa Elena, siguió hasta Baldedueñas, quiso llegar a el teso del Peso pero se perdió, estuvo dando vueltas sin saber a donde se dirigía, era ya media noche y estaba cansado cuando comenzaban a caer los primeros copos, en la absoluta oscuridad aprecio barios bultos que se movían a su alrededor, tenia miedo y creyendo que seria su amigo el zorro lo llamo, pero no recibió respuesta, solo escucho unos fieros gruñidos, el miedo seguía en aumento y en el pelaje comenzaba a sentir la humedad de los incesantes copos derretido sobre él.
Los dos seres que daban vueltas alrededor de él, cada vez se acercaban más, estaba muy asustado y comenzó a correr despavorido a la vez que rebuznaba desesperado, no sabia donde dirigirse…
En la inhóspita noche se enfrentaban dos veteranos lobos ávidos se comer carne caliente y el inexperto buche.