Sereno y callado se encuentra El Piñero, son las cinco de la mañana. Sus calles están desiertas por igual, la entrada por la calle del matadero, el teso las bodegas, o en la torre. El frescor de la brisa que sube por el camino los Lagares, trae aromas de los chopos, de los alamos y de las marisibas que se crían en el cauce del Montoya. También se aprecia la fragancia del tomillo de la Cantera. En el tejado de la Iglesia, entre unas tejas duermen una pareja de Gabiluchos, no demasiado juntos pues hace calor, pero ambos sienten su cercanía. El repique de campanas antes de la salida del sol les despierta, se miran el uno al otro, el macho Cernicalo, alza el vuelo, seguido de su compañera. Las demás aves que duermen cerca de la espadaña de la Iglesia también se despiertan sobresaltados. El repicar no cesas, las campanas con desbordante alegría anuncian fiesta. Las Fiestas de Santa María Magdalena. (Felices Fiestas para todos los de El Piñero y para los que estando en la lejania, sienten algo especial.)