EL PIÑERO: Piñero, Piñero, Piñero. Solo se puede superar a él...

Piñero, Piñero, Piñero. Solo se puede superar a él mismo. Con viento de fuerza media y fresco del Norte, que azotaba con energía en las banderas que llevaban algunos coches y motos, sobre todo la que lucía el coche de el yerno del yesista, la cual iba a izada en un esbelto mástil. Dosmil trescientos vehículos a motor, entre coches, motos, quads y tractores, tosdos ellos rodando por los agrestes campos de El Piñero. En su mayoría se hallaban dispuestos en un amplio abanico perimetral marcado por la ilustre Benemérita. En el centro cercano al camión que trasportaba dos novillos, más de ochenta caballos con sus jinetes. En los aires, un ultraligero, dos drones y varios parapentes. Con estas mimbres, a eso de las diez y media sin previo avisó, como es de costumbre, se dio suelta en primer lugar a un ejemplar negro, cornidelantero, ligero de patas y escaso de carnes, el cual campo a son anchas por el Pedron, Fuente los zorros, las Gavias y Vaciapaneras, llevando a su zaga buena parte de vehículos y caballos, los cuales en movimiento levantaban tal polvareda en el entorno de más de un kilómetro cuadrado, que ere difícil ditiguir lo que sucedía. El toro, emplazándose en las inmediaciones del Mítico dio un gran juego. Dos minutos más tarde se la abrió el chiquero al segundo ejemplar, de más tipo que el anterior descrito, de mucha envergadura en la cuerna, negro bragao y coletero. Este presento batalla por el Pedron, Fuente los zorros y Vaciapaneras. Esto es un leve comentario de lo acontecido. Pero hay que estar allí para ver y sentir el movimiento de las máquinas, las galopadas de los caballos, respirar algo de la polvareda que se levanta por todas partes y lo mejor de todo, la sensación de los toros sueltos y entre tanto coches motos y caballos te puede aparecer un morlaco de frente en cualquier momento. Pasadas dos horas de la suelta, todo va volviendo a la quietud de los campos, el silencio y el polvo asentándose en los páramos de El Piñero. Las resecas gargantas se mojan bajo tierra, en la panzas de las bodegas. El mirador de detrás de la Iglesia, se queda solo con el frescor de la brisa, pasando por la sombra de las acacias, estas estan a la espera de ver correr los toritos por los campos de El Piñero el próximo año. "Salud y que la espera este llena de felicidad para todos"