Con nieblas al amanecer nos saluda este otoño, que quiere diferenciarse del verano que dejamos atrás. El sol será un poco más perezoso cada día, y las noches nos regalaran la escarcha matutina, que volverá del color del oro las hojas de los chopos, para días después dejar desnudas las ramas donde a finales de primavera y en verano, cobijados a la sombra cantaban los ruiseñores. En los zarzales las moras visten su manto negro y en las viñas por la caída de las hojas quedan algo desprotegidos los maduros racimos, aquellos que florecieron por San Juan. Los días de ventisca estático y solitario aguanta el ventarrón el nido de las cigüeñas, y las tardes de niebla, desde allí se podrá contemplar el sol. Las hormigas voladoras serán expulsadas de los hormigueros, para que de las muchas, algunas consigan su objetivo. Las cigarras desaparecerán de las rastrojeras y los resecos campos del verano se vestirán de otoñada.