Yo amaba mis libros,
los amaba como el naciente sol ama la tierra,
los amaba como la luna ama las fragancias nocturnas del jazmín,
como el azahar ama el viento del sur.
Yo amaba mis libros,
pero mis estantes, celosos de su bello peso,
maltratados por el tiempo, solicitaban incruenta solución.
Yo amaba mis libros,
por eso inventé un juego divertido, arriesgado y aventurero.
Mis libros, mis viejos libros quedarían dormidos en el banco de un jardín.
Una vieja sirena varada en la hierba, no en la arena.
Una enigmática y feliz sonrisa etrusca quizá fuera leída por un campesino.
Un río maderero de turbulentas aguas que se equivocó de mar..
Yo amaba mis libros,
cada mañana con las gotas de rocío aún frescas,
los abandonaba con esta leyenda:
"Si alguien me recoge y me lee será porque me quiere".
Yo amaba mis libros.
¡Qué reproches me hacía, abandonando a un ser vivo!
Por eso me alejaba con prisas, pero volvía
para ver si mi libro había sido adoptado, recogido.
Yo amaba mis libros,
una mañana de abril, Ana Ozores, con su glamour provinciano,
como si quisiera huir de un mundo de artificio e inhumano,
quedó aterida en el jardín.
No quería irme, no quería dejarla tan sola con su triste fin.
Yo amaba mis libros,
siempre pensé que en esta aventura no estaba sola,
alguien mimaba mis despojos, alguien los salvaba de la lluvia y del frío.
Le ví, un desconocido me miraba.
De pronto me avergoncé de mis notas en los márgenes,
de mis frases subrayadas.
Se acercó a mí,
me acarició, limpió mis lágrimas
y yo sólo pude decir:
yo amaba mis libros.
Noemí
los amaba como el naciente sol ama la tierra,
los amaba como la luna ama las fragancias nocturnas del jazmín,
como el azahar ama el viento del sur.
Yo amaba mis libros,
pero mis estantes, celosos de su bello peso,
maltratados por el tiempo, solicitaban incruenta solución.
Yo amaba mis libros,
por eso inventé un juego divertido, arriesgado y aventurero.
Mis libros, mis viejos libros quedarían dormidos en el banco de un jardín.
Una vieja sirena varada en la hierba, no en la arena.
Una enigmática y feliz sonrisa etrusca quizá fuera leída por un campesino.
Un río maderero de turbulentas aguas que se equivocó de mar..
Yo amaba mis libros,
cada mañana con las gotas de rocío aún frescas,
los abandonaba con esta leyenda:
"Si alguien me recoge y me lee será porque me quiere".
Yo amaba mis libros.
¡Qué reproches me hacía, abandonando a un ser vivo!
Por eso me alejaba con prisas, pero volvía
para ver si mi libro había sido adoptado, recogido.
Yo amaba mis libros,
una mañana de abril, Ana Ozores, con su glamour provinciano,
como si quisiera huir de un mundo de artificio e inhumano,
quedó aterida en el jardín.
No quería irme, no quería dejarla tan sola con su triste fin.
Yo amaba mis libros,
siempre pensé que en esta aventura no estaba sola,
alguien mimaba mis despojos, alguien los salvaba de la lluvia y del frío.
Le ví, un desconocido me miraba.
De pronto me avergoncé de mis notas en los márgenes,
de mis frases subrayadas.
Se acercó a mí,
me acarició, limpió mis lágrimas
y yo sólo pude decir:
yo amaba mis libros.
Noemí
Bravo Noemi
y tus letras
y tus letras