EL PIÑERO: Un golpe seco de timbal marca las siete de la tarde,...

Un golpe seco de timbal marca las siete de la tarde, seguido los clarines anuncian que el encargado de la puerta de cuadrillas, abre el portón para que los diestros a la cabeza pisen el albero de la catedral del toreo, sito en la calle de Alcalá de la villa y Corte de los Madriles, por donde en tiempos ya lejanos paseaban las bellas florista vendiendo sus flores y regalando sonrisas. Detrás de los maestros, los hombres de Brega, seguidos de cerca de los varilargueros, con el castoreño bien calado para protegerse del Sol reinante en los cielos de la capital de España. Cerca de los percherones, van los monosabios andando con chulería y cubriéndose la cabeza con la parpusa, uno de ellos, recio hijo de El Piñero, por la edad hoy hombre de poco pelo y boca recogida, que naciera donde primero da el sol cuando asoma por los pagos de Valdedueñas y el peso. A la zaga de los monosabios, los areneros, y cierran el bello espectáculo del paseíllo en el coso taurino número uno del globo terráqueo los dos bien enjaezados tiros de mulillas con sus correspondientes mozos.