Tarde lluviosa, con circunstancias adversas para el desarrollo de la lidia. Silencio en Los tendidos, las piedras humedecidas no esperan que nadie se acomode en ellas. Ni en la barrera estarán los capotes esperando a las cuadrillas. Los burladeros sienten las gotas de lluvia, pero no el derrote de las astas, ni el bufido de los astados. Los chiqueros vacios no sentirán el aliento cuando descansa el burel esperando la lidia. Un mirlo picotea entre las hierbas nacidas en los corrales y una urraca grazna cobijada de la lluvia en las gradas. Un joven torero mirando tras de los cristales la tarde gris, este año no podra ser, pero el que viene, si o si, tienes que llenar de pañuelos los tendidos y abrir la puerta grande. En la cuadra varios percherones descansan de no hacer nada, este año no sentirán el ímpetu de los morlacos contra el peto. En la dehesa, con el lomo mojado y resbalandole las gotas de lluvia por la cuerna, el cinqueño escojido para abrir la feria, dormita a la espera... No para ir a vatirse en el ruedo, no. Sera embarcado hasta allí, donde van los mansos gordo, y atrofiados. Sin dar ningún valor a lo que el es. Lo que es su sangre. Lo que es un TORO BRAVO.