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Con el cigarro gruesos en labios, sobre lomo de la mula que al yugo va lado izquierdo, sentado va el yuntero. Sobre el yugo hincado el arado, que deja la rastrera en el camino del Barrero, surca las frías aguas del Montoya pues es un día cualquiera de invierno. El sol con demasiada timidez va levantando la niebla que bajo cuando estaban en el cielo los luceros. El labriego, contempla los campos escarchados, mientras busca una cerilla en el bolsillo, vuelve a encender el grueso cigarro. Suenan las herraduras al pasar al lado de los tres ojos. Desde los almendro que están cercanos a la buchina, al lado del camino de las carretas, por un alcaudón es contemplado labriego. Por la Camila se siente el frío viento, y a lo lejos en la loma las avutardas contemplan con desconfianza el paso del yuntero. Abriendo los surcos se pasa el día, con silbidos en las vueltas animando a las mulas, sujetando el arado por la mancera, llegando la hora, volviendo a casa las mulas van soñando con la cuadra, y en los pesebres paja y cebada. El labriego va soñando estar al amor de la lumbre con los suyos y sentir la paz y el sosiego. Feliz día de San Isidro. "Dedicado a alguien, que nunca encontraré las palabras adecuadas a su valía"
