EL PIÑERO: Al año siguiente, se repitieron las protestas y jaleos...

Al año siguiente, se repitieron las protestas y jaleos para hacer los toros el día de la Magdalena. Fue menester pasar la celebración de la corrida al día de Santiago. Nos visitaron un buen número de maletillas. Uno de ellos que vestía camisa morada, se lamentaba de no poder torear porque alguien le había partido el estoque simulado, por ello no podía armar la muleta. Decía y sentia, morirse sino toreaba. Rogando y lamentándose, pudo hacerse con un palo de chopo. Pasada la 12 de la noche con la plaza llena a rebosar los maletillas con sus muletas dispuestos a torear permanencian al lado de los carros, a espaldas del bar, el primero de aquellos valientes y soñadores de ser toreros, el de la camisa morada. Los que hacían de torileros apostados en la pared del corral del señor Imeldo, dieron la voz, soltaba en el primero. Con fiereza y galopando salió el toro, la primera muleta que se encontró, la del camisa morada. No acertando a dar el pase, tuvo que correr cruzando la plaza mientras el toro le arrimaba los cuernos al cuerpo. Los carros de al lado de la casa del entonces jefe de la hermandad, fueron la salvación del asustado maleta. Aquel muchacho, allá donde esté, todavía sentirá un pellizco en el estómago recordando aquel trance.