EL PIÑERO: A veces hay que pararse a pensar en la muerte para...

A veces hay que pararse a pensar en la muerte para dar más importancia a la vida. Quizás la muerte no es el final. Aquí en la tierra queda aquello que se hizo en el corto tiempo que transcurre mientras estamos de paso. En nuestro deambular aquí en la tierra se me antoja que nosotros somos meras cáscaras de nuez, en un río que a veces es un remanso de paz, donde con suavidad nos lleva la corriente. En otros momentos se vuelve un caudaloso río, en el cual tantas veces estamos a punto de zozobrar. El río de la vida, un día nos deja aparcados en una orilla, esa orilla se convierte en tumba de camposanto. Lo infinito llega después. Comos desconocemos el más allá, cada cual lo imagina a su modo. Alguien puede sentir que un día cuando acá en la tierra terminé volverá a la tierra cuál vaca que pasta en praderas verdes contemplando como el sol, desde el amanecer hasta el atardecer nos regala su luz y su calor, en la noche el cielo oscuro salpicado de estrellas le permitirá a la paciente vaca contemplar lo infinito qué es el universo y los dibujos caprichosos que crean sus constelaciones. Habrá quien prefiera ser un hada, en un bosque mágico, donde todos sean felices e iguales, y volar de rama en rama, en un gran árbol, lleno de frutos para que nadie pase hambre ni necesidades. Otros muchos estarán esperando que el día primero de noviembre cuando los rayos del sol comienzan a inundar el camposanto, en la lejanía sonarán las trompetas celestiales de ángeles y arcángeles, el azul del cielo se rasgara, permitiendo que todo aquel que murió en la paz de Cristo suba a compartir su mesa.