Los trigales verdes se dejan mecer con el suave viento de media mañana, algunas aves surcan el cielo. Una perdiz canta rompiendo el silencio de los campos. Los caminos descansan de el paso de los tractores, los arados sienten sosiego, disfrutando de un día de primavera. Solo a lo lejos se ve una yunta de bueyes, detrás del arado un ángel del cielo. Una alondra canta posada en un terrón del barbecho, dónde los bueyes sigue nadando, y el yuntero a la sombra de un almendro reza, para ganarse el cielo. (Feliz día, del patrón de los hombres del campo)