Todo amanecer tiene flor que despertar, sol que llega de donde estuvo durmiendo, y Lucero que se va feliz por haber estado despierto. Las encinas del Hondajo saludan al sol por la mañana, la Parva de Avedillo, lo despide al terminar el día. El Monrruelo es testigo de los amaneceres y de la luz crepuscular cuándo salen los primeros luceros. De esa forma va pasando el tiempo y quedando a tras los recuerdos.