Estos días de San Pedro con la luz crepuscular, son buenos para pasear por las calles que en su día caminaba doña Urraca, y detenernos a contemplar el portillo por dónde salió a uña de caballo, pero sin espuelas el cid. Por mil veces que pase por esos lares, las mil veces volveré la cara a mirar la entrada de la iglesia de Santa María Magdalena. Recuerdo yo... Era a principios de los setenta. Una noche de otoño en el salón del bar, una señorita de la Catedra, nos explicaba diapositivas de los monumentos de Zamora, en una de ellas estaba la artística entrada de la iglesia de la Magdalena, la señorita dijo que esta entrada la desconocía, y si alguien del público nos la quería explicar, podía salir a hacerlo. Una joven estudiante de magisterio, con decisión simpatía salío hacer las veces de profesora. Todos nos llevamos un buen susto cuando la lámpara de aquel proyector explotó, y a consecuencia de aquello, nos quedamos sin las sabias explicaciones de aquella joven, que también se llevó un gran susto. Por ello, siempre miro la entrada de dicha iglesia y recuerdo, como si hubiera pasado ayer, aquellos bonitos tiempos.