Hay una cierta preocupación por escasez de gorriones. Yo diría que en tiempos eran pajarillos queridos y odiados a la vez. Supongo que muchos de los que nacimos en pueblos nos pasamos bastante tiempo contemplando los pardales por la ventana, mientras ellos picoteaban en el corral entre las gallinas. A la vez, podíamos oír protestar a nuestros mayores de qué comían el grano en las eras y en las tierras de labor cercanas al pueblo. Recuerdo qué una chica de unos 14 o 15 años con palo en una mano y un bote en la otra para golpearlo, daba vueltas a un trigal con la intención de espantar a los dichosos pardales, entonces era normal. En estos tiempos se le hubiera considerado persona no ecologista y desconsiderada con la naturaleza, a su padre que supongo que fue quién la mandó, sería inductor de una menor, atentar contra el medio ambiente. En primer lugar debemos reconocer que los agricultores y ganaderos, esos que ahora critican los ecologistas tanto. Pues serán ellos los que le daban de comer a los gorriones. Casi ya no hay eras, y quedan pocos corrales con gallinas, principal causa de la progresiva desaparición de los gorriones. Yo propongo, que en los jardines de ciudades y pueblo se destinen porciones de terreno para sembrar trigo candeal. El grano de siembra, se debe tratar con algo no perjudicial para las aves. Desde mi punto de vista tendremos dos beneficios, ver bonitos trozos de trigales en los jardines y que coman los gorriones y otras aves
Me gusta lo que escribes, Vientodel. En mi casa somos fanáticos de los gorriones, cuando la tormenta Filomena tuvimos durante diez días el patio como una pista de patinaje y le pusimos un cartón muy grande para echarle comida a los gorriones, miguitas de pan, trozos que se llevaban a sus nidos, arroz y hasta pienso de perro, se lo machacamos y todo se lo comían; creo que no se murió ninguno, al contrario, corrieron la voz.
Saludos.
Saludos.