La soberbia del verano va quedando apaciguada con los nubarrones. El que no cambia y se mantiene estático sin importarle las estaciones del tiempo es el Monruelo, con su gran porte y su majestuoso nombre, que no es lo mismo llamarse Monruelo, qué Gurugú. Impasible, peinando el viento y aromatizandolo, con sus pinos y tomillo.