Suave cántico del agua al pasar el arroyo Montoya al lado del camino el Veril. El líquido elemento discurre sin prisa, hasta se detiene a saludar el agua que se unen viniendo del Valdeavedillo. Antes de llegar al puente, en algún remanso del agua, el sol se baña a eso del mediodía. Entre álamos y chopos en las orillas del Montoya una ratita de agua con pelaje rojizo y suave de bigotes generosos, come algunas hierbas a la vez que contempla la espadaña de la iglesia, vuelve a meterse en el agua y nada satisfecha de su hábitat. No seria igual, si viviera en las orillas del arroyo el Cuco, y no vería la torre de la Iglesia.