Hoy toca:
Felicidades a todas las mujeres piñereras.
LAS ESPOSAS
Un día las muchachas se rompieron las túnicas.
Debajo de la seda latía el corazón de cada una
y el cuerpo de quien pide un amor verdadero,
no la esclava de un hombre habitando la casa,
fabricando otra sangre para seguir luchando
contra causas oscuras.
Hubo madres antiguas que se unieron a ellas,
hombres enloquecidos
con la ira temblando al lado de la espada,
y gente diferente,
llegada desde el otro confín del Universo,
que hablaba de Justicia.
Las muchachas crecieron convirtiéndose en madres,
en esposas.
Todavía,
a pesar del doméstico trabajo,
del cotidiano estar junto a los útiles
que el hombre ha despreciado de antemano,
a pesar de ser tiernas como el heno
y fuertes hacia dentro
para que nada entendiesen quienes todo dominan,
sabían que la ternura puede ser esa arma duradera,
contundente y valiosa,
mucho más que los sables que el herrero trabaja
y, un día, triunfantes,
cosidas ya las túnicas
que llevaron en tiempos diferentes,
tendrían la misma altura
que los pájaros vivos del verano.
(De su libro " La Tierra indiferente")
María Luisa Mora Alameda.
Felicidades a todas las mujeres piñereras.
LAS ESPOSAS
Un día las muchachas se rompieron las túnicas.
Debajo de la seda latía el corazón de cada una
y el cuerpo de quien pide un amor verdadero,
no la esclava de un hombre habitando la casa,
fabricando otra sangre para seguir luchando
contra causas oscuras.
Hubo madres antiguas que se unieron a ellas,
hombres enloquecidos
con la ira temblando al lado de la espada,
y gente diferente,
llegada desde el otro confín del Universo,
que hablaba de Justicia.
Las muchachas crecieron convirtiéndose en madres,
en esposas.
Todavía,
a pesar del doméstico trabajo,
del cotidiano estar junto a los útiles
que el hombre ha despreciado de antemano,
a pesar de ser tiernas como el heno
y fuertes hacia dentro
para que nada entendiesen quienes todo dominan,
sabían que la ternura puede ser esa arma duradera,
contundente y valiosa,
mucho más que los sables que el herrero trabaja
y, un día, triunfantes,
cosidas ya las túnicas
que llevaron en tiempos diferentes,
tendrían la misma altura
que los pájaros vivos del verano.
(De su libro " La Tierra indiferente")
María Luisa Mora Alameda.