La sombra de la espadaña de la iglesia se hace inmensa, los últimos rayos de sol acarician los trigales verdes. Silenciosas piedras del petril esperando que termine la tarde para ver salir los faroles en silencio y con suave balanceo acompañando a la Virgen de los Dolores. Las calles de El Piñero sientes recogimiento al ver pasar la Virgen llevando en su regazo a su hijo muerto. El Montoya, detiene sus aguas para guardar silencio. También silencioso y polvoriento aguarda en algún lugar el Carracon, a que llegue el Viernes Santo, para derramar el ronco sonido por las calles de El Piñero.