La vida nunca nos dice, ni cuando ni porque, no por ello dejan de fluir los momentos. Ya no eran las 5 de la tarde, en los chiqueros estaban esperando, tal vez sumidos en un sueño... en las puntas de las astas como siempre va la muerte afilando su guadaña. El que siempre espera su oportunidad, o al menos su minuto de gloria, tenía en los chiqueros 5 toros 5 lo más selecto y florido del campo bravo. Cuántas veces se vistió de luces, solamente para estar detrás del burladero. La desgracia o la suerte, le decía que él era el elegido para enfrentarse a los que salieran por el esportón de toriles. Era el momento de olvidarse de los sueños y todos aquellos muletazos a la sombra de una encina, dibujarlos sobre el albero sintiendo pasar muy cerca los pitones dónde cabalga la muerte. Entrastes en la plaza como segundón o quizás de tercera división. La talla de torero quedó demostrada, el señor presidente de las Ventas y un público cicatero no supieron o tuvieron miedo de pedir y darte trofeos al valor, al arte y a la torería, simplemente porque casi ninguno sabía cómo te llamabas. Los puristas del toreo en las Ventas, perdiero la oportunidad de saber valorar tu hazaña. Pocas figuras se atreven y los que se atreven, se tienen que preparar y mentalizar tres meses antes, tú te atreviste si tuviste tres minutos para mentalizarte. Eres un héroe qué salió andando de la plaza. Eso si, con la mejor compañía, tu hija. (Escrito dedicado a Álvaro de la calle, TORERO)