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EL PIÑERO: Dicen Maestro, que en el cielo el tiempo es eterno....

Dicen Maestro, que en el cielo el tiempo es eterno. Pues no te faltarán momentos, cuando estés pensativo apartado del grupo de los toreros, de recordar aquellos tiempos cuando ibas por caminos polvorientos, con el macuto al hombro y el estoque en la mano, buscando una capea de pueblo en pueblo, en tierras del pan, y en la comarca del vino. Ni una cosa, ni la otra había en tu macuto y si, mil dentelladas de perro en tu estómago, que solo se mitigaba cuando estabas delante de un más que capeado toro de aquellos que conocían muchos Alcaldes, solo entonces cuando estabas cara a cara del de la frente rizada se apaciguaba el hambre del estómago y se convertía en ansias de dar esos muletazos para que la gente bulliciosa que llenaba los carros, se extremeciera con el arte y el valor que guardabas en lo más profundo de tu ser. Tiempos duros cargados de emociones, siempre con un anhelado sueño, salir por la puerta grande de la Catedral del toreo. En primavera, en los prados de Galapagar pasta Baratero y cuando en los campos Zamoranos se aparbaba el trigo en las eras y la uva comenzaba a pintar en los viñedos. El destino caprichoso te puso frente a frente, al toro de tus sueños. Que recuerdo Maestros, qué recuerdos. De polvorientos caminos y plazas de pueblo con sabor añejo. La gente engalanada por ser las fiestas del pueblo y tú, te la jugabas con toros más que cinqueños.