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EL PIÑERO: La suave brisa de la mañana acariciaba el tomillo,...

La suave brisa de la mañana acariciaba el tomillo, las retamas, álamos, chopos, y encinas, de cada una de aquellas plantas tomaba algo de su fragancia. Un zorrillo que no contaba más de tres meses y estaba a unos metros del zarzal donde tenía la zorrera, se entretenía en diferenciar de qué planta era cada uno de aquello olores que llegaban hasta sus naricillas, abrió aun mas los ojos y puso tiesas las orejas, entre aquel viento aromatizado detectó que alguien se acercaba, pronto pudo ver a un hombre que paseaba entre aquellos árboles y plantas silvestres. Con la mirada fija en aquel intruso y sabedor de que podía escapar a refugiarse a su zarzal, el que pronto sería un astuto zorro esperaba. El paseante en un cambio de dirección se encontró con la mirada de aquel zorrillo. No serían más de tres segundos los que mantuvieron fijas las miradas el uno, en el otro. Lo suficiente para que uno disfrutara de la vida que hay en la naturaleza y el otro aprendiera a escapar a tiempo, a refugiarse evitando el peligro.