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En chiqueros distintos van sin saber donde. Rumiando o al menos recordando los días de primavera junto al del chiquero de al lado. El de pelaje castaño desmaído baja la testa y roza con los cuernos en las tablas del cajón donde se encuentra, quisiera sentirse libre como en los días de primavera. Poder escrutar en el viento el olor de las hembras. Medir sus cuernos con sus hermanos, sobre todo con el jabonero, que quedó en la dehesa. A espaldas del Monruelo el ruido infernal de los motores. El camión va caminando lento. Con el traqueteo casi se queda traspuesto. Aunque siente el olor y el bullicio de la gente. El vehículo se detiene, parece que hay un forzado silencio. Cuando levantan la Trapa, le esvista la luz del sol, siente el aire que viene con olor de rastrojeras pateadas y briznas de polvo seco. Él no lo sabe, pero le espera un sol desmesurado y el aire espeso. Sale del chiquero levanta la testa salta del camión en un inmenso campo de rastrojos magullados. se enfrenta al viento, pues no está su hermano jabonero para templar la cuerna. El bullicio ahora es intenso, galopa toro castaño. Enfréntate al viento espeso. Era más fácil jugar con el jabonero. Enfrente tienes endiablados caballos. Jinetes de varas largas. Con cobardes puntas de acero, que hieren tu piel. Tu luchas contra el viento cargado de polvo, polvo de campos resecos. Como seca está tu garganta. Galopa y galopa con desorden y desconcierto. Ruido de los motores, la gente, caballos, y tú en el centro. Desafiando con tus astas. Tus astas provocan miedo. El campo huele a sudor y polvo. La Parca se acomoda entre tus cuernos. Qué bellos fueron los días de primavera, cuando en estos campos cantaba la alondra. Qué malo es este día de infierno. Corristes toro castaño, hasta El Arenal. Por donde toros del Hondajo corrieron y las vacas del Carnero.
