IRENE GÓMEZ Suso de Toro ha escrito su libro «más personal». Un viaje a la tierra de su padre -Formariz de Sayago- que salda una deuda pendiente con los orígenes. «Siete palabras» es una narración emotiva con principio y final en Toro, ciudad donde el narrador gallego cayó en la cuenta «de que tenía que escribir esta historia». Por eso Suso de Toro no duda en calificar su último libro como «absolutamente zamorano» y por él transitan personajes reales de pronto rescatados para la ficción. Justo Alejo, José Navarro Talegón, Luis García Jambrina, Florián Ferrero, la librería Semuret... Todos han alimentado un relato que ha enganchado definitivamente al autor con las «mágicas» tierras zamoranas del abuelo Faustino, hacia las que de Toro confiesa «empatía y cariño».
«Todo empezó en Toro». Tal es la realidad y la ficción. Suso de Toro ha cumplido su palabra. Hace cuatro años contaba a este diario su deseo de escribir un libro sobre los orígenes paternos, que hunden sus raíces en la comarca de Sayago, más concretamente en Formariz donde su padre, Antonio de Toro, vio la luz. Se titularía «Camino de Sayago» o quizás «Buscando a Faustino». Al final ha sido «Siete palabras». Un viaje literario del autor gallego -Santiago de Compostela, 1956 y Premio Nacional de Narrativa 2003- que arranca y concluye en la ciudad que da nombre a su apellido. Toro, la patria chica del abuelo Faustino, un hospiciano al que ahora su nieto descubre a través de una íntima exploración por esa Zamora «tan provinciana y tristona, tan familiar que inspira ternura».
En realidad «Siete palabras» es un proyecto de largo recorrido, más de diez años desde que Suso de Toro despertó una noche en un hotel de la ciudad de Doña Elvira decidido a indagar en la historia de su abuelo. «No sabía nada de él, era como un vacío que necesitaba llenar». Y así «la idea ha ido fermentando y definiéndose durante estos años» a través de un proceso creativo que no ha sido fácil; «tuve que rehacer dos veces la novela porque era complicado lo que quería contar, quería hablar de muchas cosas y tenía que conseguir una lectura sencilla, un libro entretenido».
El resultado es «un relato de viajes, tanto físico como íntimo, a lo más profundo del ser». Toro, Formariz, Sayago, Zamora, Madrid, La Habana... Un monólogo plagado de reflexiones que arranca en Toro, redescubierto de la mano de José Navarro Talegón, y prosigue su periplo por el Sayago de su padre. Por Formariz, el pueblo del poeta Justo Alejo, como apunta en «Siete palabras». Aquel al que volvió con la familia hace unos años; ese «pueblo pequeño que, contra la idea de tristeza que traíais todos los hijos, os resultó bonito», cuenta en la novela. El viaje continúa por Villar del Buey, Fermoselle, Pereruela..., donde Suso de Toro explora los orígenes del abuelo Faustino.
«Siete palabras» no tendría sentido sin Zamora. Y sobre todo sin el espacio que el escritor gallego recorrió por el Archivo de la Diputación para bucear en la lista de hospicianos con la ayuda de Pedro y Jesús: o el Archivo Provincial, donde recaló en busca del rastro de su abuelo, asesorado por su director Florián; o la librería Semuret donde -confiesa- no resistió la tentación de zambullirse entre los libros de autores locales y reencontrarse con Luis García Jambrina, al que conoció en un encuentro de escritores, o con la inmortal poesía de Claudio Rodríguez.
Personajes todos que con sus propios nombres aparecen en «mi novela más personal». ¿Autobiográfica?. «Creo que eso no es lo importante, no le interesa al lector lo que hay de autobiográfico sino una historia muy personal de un personaje y de una familia que le haga revivir aspectos de su propia vida».
Tanto se embebió de esta tierra de sus ancestros que Suso de Toro confiesa una seducción incontrolable por Zamora. «"Siete palabras" es un libro absolutamente zamorano, un recorrido por dos comarcas (Toro y Sayago) y la propia capital». Esa exploración íntima con la rama paterna le ha permitido descubrir una tierra con la que ha adquirido «gran empatía y cariño». «Zamora la siento como mía y allí hice amigos». Por eso Suso de Toro promete volver y, desde luego, presentar la novela, en Zamora y en Toro, también podría ser en Formariz, por qué no. Allá en el verano, cuando las casas se llenan.
Porque la tierra de su padre le ha dado mucho. «El alimento de esta historia es una investigación que parte de las raíces y de la experiencia». Tal era el empeño en sacar esta historia que Suso de Toro se confiesa «liberado, como si me hubiera quitado un peso de encima».
«Zamora es un lugar curioso», termina por expresar. ¿Por qué?. «Ni es Castilla, ni es Galicia, ni es León... Es Zamora. Un lugar extraño, a medio camino de otras cosas. Es un lugar de encuentro, un lugar mágico». Al que volverá pronto. Esta vez no como anónimo explorador sino para presentar públicamente «Siete palabras». También quiere aportar su granito de arena para que Zamora «tenga un eco literario».
«Todo empezó en Toro». Tal es la realidad y la ficción. Suso de Toro ha cumplido su palabra. Hace cuatro años contaba a este diario su deseo de escribir un libro sobre los orígenes paternos, que hunden sus raíces en la comarca de Sayago, más concretamente en Formariz donde su padre, Antonio de Toro, vio la luz. Se titularía «Camino de Sayago» o quizás «Buscando a Faustino». Al final ha sido «Siete palabras». Un viaje literario del autor gallego -Santiago de Compostela, 1956 y Premio Nacional de Narrativa 2003- que arranca y concluye en la ciudad que da nombre a su apellido. Toro, la patria chica del abuelo Faustino, un hospiciano al que ahora su nieto descubre a través de una íntima exploración por esa Zamora «tan provinciana y tristona, tan familiar que inspira ternura».
En realidad «Siete palabras» es un proyecto de largo recorrido, más de diez años desde que Suso de Toro despertó una noche en un hotel de la ciudad de Doña Elvira decidido a indagar en la historia de su abuelo. «No sabía nada de él, era como un vacío que necesitaba llenar». Y así «la idea ha ido fermentando y definiéndose durante estos años» a través de un proceso creativo que no ha sido fácil; «tuve que rehacer dos veces la novela porque era complicado lo que quería contar, quería hablar de muchas cosas y tenía que conseguir una lectura sencilla, un libro entretenido».
El resultado es «un relato de viajes, tanto físico como íntimo, a lo más profundo del ser». Toro, Formariz, Sayago, Zamora, Madrid, La Habana... Un monólogo plagado de reflexiones que arranca en Toro, redescubierto de la mano de José Navarro Talegón, y prosigue su periplo por el Sayago de su padre. Por Formariz, el pueblo del poeta Justo Alejo, como apunta en «Siete palabras». Aquel al que volvió con la familia hace unos años; ese «pueblo pequeño que, contra la idea de tristeza que traíais todos los hijos, os resultó bonito», cuenta en la novela. El viaje continúa por Villar del Buey, Fermoselle, Pereruela..., donde Suso de Toro explora los orígenes del abuelo Faustino.
«Siete palabras» no tendría sentido sin Zamora. Y sobre todo sin el espacio que el escritor gallego recorrió por el Archivo de la Diputación para bucear en la lista de hospicianos con la ayuda de Pedro y Jesús: o el Archivo Provincial, donde recaló en busca del rastro de su abuelo, asesorado por su director Florián; o la librería Semuret donde -confiesa- no resistió la tentación de zambullirse entre los libros de autores locales y reencontrarse con Luis García Jambrina, al que conoció en un encuentro de escritores, o con la inmortal poesía de Claudio Rodríguez.
Personajes todos que con sus propios nombres aparecen en «mi novela más personal». ¿Autobiográfica?. «Creo que eso no es lo importante, no le interesa al lector lo que hay de autobiográfico sino una historia muy personal de un personaje y de una familia que le haga revivir aspectos de su propia vida».
Tanto se embebió de esta tierra de sus ancestros que Suso de Toro confiesa una seducción incontrolable por Zamora. «"Siete palabras" es un libro absolutamente zamorano, un recorrido por dos comarcas (Toro y Sayago) y la propia capital». Esa exploración íntima con la rama paterna le ha permitido descubrir una tierra con la que ha adquirido «gran empatía y cariño». «Zamora la siento como mía y allí hice amigos». Por eso Suso de Toro promete volver y, desde luego, presentar la novela, en Zamora y en Toro, también podría ser en Formariz, por qué no. Allá en el verano, cuando las casas se llenan.
Porque la tierra de su padre le ha dado mucho. «El alimento de esta historia es una investigación que parte de las raíces y de la experiencia». Tal era el empeño en sacar esta historia que Suso de Toro se confiesa «liberado, como si me hubiera quitado un peso de encima».
«Zamora es un lugar curioso», termina por expresar. ¿Por qué?. «Ni es Castilla, ni es Galicia, ni es León... Es Zamora. Un lugar extraño, a medio camino de otras cosas. Es un lugar de encuentro, un lugar mágico». Al que volverá pronto. Esta vez no como anónimo explorador sino para presentar públicamente «Siete palabras». También quiere aportar su granito de arena para que Zamora «tenga un eco literario».