Hay espacios para el recuerdo. Como el puesto de Honorio González, que desde hace años atesora artículos de aquella sociedad que se fue. Arados, candiles, piezas de carpintero, alforjas, romanas, trastos de la matanza. Y sobre todo una estimable colección de radios que, por supuesto, no se venden. «Me encapriché con una que tenía mi padre en casa cuando era pequeño y empecé a coleccionarlas». En la feria no están todas, «solo unas cuantas para que la gente las vea», puntualiza este vecino de Fuentesaúco, que desde hace un lustro participa en la Feria de los Santos.
« ¿Qué vale ese candil?», se interesa un visitante. «Depende del que sea», responde. «Ese de mecha». «20 euros». Y el hombre se va. Demasiado caro, parece pensar. Y Honorio González continúa con la conversación. «Muchos preguntan, pero como la mayoría de las cosas no las vendo.... Yo disfruto exponiendo todo esto».
Recorriendo el mercado aparece una fila de casetas trabajadas con todo el mimo. Son las de la Asociación de Mujeres de Fuentesaúco que han rescatados telas de todo tipo; cortinas, colchones, telas viejas... para armar los puestos de productos, pintura, bordados, labores o enseres. «Nos hemos esmerado bastante», indica la presidenta de la Asociación, Nieves García. Muy activas y con más de setecientas socias en sus filas, las mujeres saucanas aprovecharon el escenario de la Feria de los Santos para exponer los trabajos que realizan a lo largo del año. Como también la de más reciente creación Coral Saucana Guareña, otro ejemplo de la inquietud y el afán de superación de las mujeres que viven en el mundo rural.
Un año más tampoco faltó a la cita el Instituto de Fuentesaúco, con un puesto de libros en el que se rendía un homenaje a Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura.
Ya son cuatro años trasladando la cultura a la calle y participando de la vida de Fuentesaúco; una actividad, al igual que la Feria del Libro, que se enmarca dentro del «Programa de Biblioteca y Fomento de la Lectura».
Y aunque las cosas han cambiado, en la Feria de los Santos no pueden faltar los productos de la tierra. Ajos, verduras, frutas, queso, embutidos, garbanzos, cerámica de Moveros. Especialmente llamaba la atención la reproducción de la Iglesia de Santa María, realizada por Teodomiro Blanco, de Guarrate. 915 horas de trabajo y 1410 tejas, explica su autor con todo el orgullo. Teo se hizo este año un hueco en la Feria para mostrar sus obras de arte. La ermita de Guarrate, su propia casa, miniaturas de aperos... Todo un maestro frente a su obra. «Yo tenía una tienda en Valladolid y en los ratos libres me entretenía en la trastienda haciendo estas cosas», comentaba orgulloso mientras numerosos visitantes se paraban en el puesto para contemplar las piezas.
Los instrumentos musicales llegaron de la mano de Fernando Juanes, el platero que deja constancia de estancia en Venezuela con el arpa, el cuatro venezolano, las maracas, el palo de agua o la rasqueta. Junto a ellos las más cercanas guitarras y flautas.
Entre los visitantes se encontraba el alcalde de Fuentesaúco, Jaime Vega, junto a la concejala Mª Victoria del Rey, también testigos de una espléndida y bulliciosa mañana que, como manda la tradición, terminó con la degustación de bacalao en los bares de la villa.
« ¿Qué vale ese candil?», se interesa un visitante. «Depende del que sea», responde. «Ese de mecha». «20 euros». Y el hombre se va. Demasiado caro, parece pensar. Y Honorio González continúa con la conversación. «Muchos preguntan, pero como la mayoría de las cosas no las vendo.... Yo disfruto exponiendo todo esto».
Recorriendo el mercado aparece una fila de casetas trabajadas con todo el mimo. Son las de la Asociación de Mujeres de Fuentesaúco que han rescatados telas de todo tipo; cortinas, colchones, telas viejas... para armar los puestos de productos, pintura, bordados, labores o enseres. «Nos hemos esmerado bastante», indica la presidenta de la Asociación, Nieves García. Muy activas y con más de setecientas socias en sus filas, las mujeres saucanas aprovecharon el escenario de la Feria de los Santos para exponer los trabajos que realizan a lo largo del año. Como también la de más reciente creación Coral Saucana Guareña, otro ejemplo de la inquietud y el afán de superación de las mujeres que viven en el mundo rural.
Un año más tampoco faltó a la cita el Instituto de Fuentesaúco, con un puesto de libros en el que se rendía un homenaje a Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura.
Ya son cuatro años trasladando la cultura a la calle y participando de la vida de Fuentesaúco; una actividad, al igual que la Feria del Libro, que se enmarca dentro del «Programa de Biblioteca y Fomento de la Lectura».
Y aunque las cosas han cambiado, en la Feria de los Santos no pueden faltar los productos de la tierra. Ajos, verduras, frutas, queso, embutidos, garbanzos, cerámica de Moveros. Especialmente llamaba la atención la reproducción de la Iglesia de Santa María, realizada por Teodomiro Blanco, de Guarrate. 915 horas de trabajo y 1410 tejas, explica su autor con todo el orgullo. Teo se hizo este año un hueco en la Feria para mostrar sus obras de arte. La ermita de Guarrate, su propia casa, miniaturas de aperos... Todo un maestro frente a su obra. «Yo tenía una tienda en Valladolid y en los ratos libres me entretenía en la trastienda haciendo estas cosas», comentaba orgulloso mientras numerosos visitantes se paraban en el puesto para contemplar las piezas.
Los instrumentos musicales llegaron de la mano de Fernando Juanes, el platero que deja constancia de estancia en Venezuela con el arpa, el cuatro venezolano, las maracas, el palo de agua o la rasqueta. Junto a ellos las más cercanas guitarras y flautas.
Entre los visitantes se encontraba el alcalde de Fuentesaúco, Jaime Vega, junto a la concejala Mª Victoria del Rey, también testigos de una espléndida y bulliciosa mañana que, como manda la tradición, terminó con la degustación de bacalao en los bares de la villa.