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FUENTESAUCO: IRENE GÓMEZ Si el garbanzo es el producto emblemático...

IRENE GÓMEZ Si el garbanzo es el producto emblemático de Fuentesaúco y el espárrago se ha hecho un honroso hueco en la huerta de La Guareña, no es desdeñable la presencia del pimiento del piquillo que con una producción este año en torno a los 25.000 kilos mantiene el cultivo aunque de forma irregular, ya que depende de los cupos.

El acuerdo de la cooperativa «Los Zamoranos» de Fuentesaúco con otra de segundo grado en Navarra garantiza la salida del producto, aunque en el volumen de plantaciones que se autorice en cada campaña. «Si nos pasamos en exceso, o no nos recogen el pimiento o si lo hacen no nos garantizan un precio base», apunta Florencio Rodríguez, gerente de la cooperativa de Fuentesaúco.

El año pasado no se sembró pimiento de piquillo en la zona porque no se autorizó. Este año se han sembrado unas tres hectáreas. «Hay estocajes exagerados en fábrica y el año pasado no nos permitieron plantar porque no había contrataciones». Con lo concedido esta campaña «hemos podido dar cupo a tres agricultores interesados». Sin embargo las 25 toneladas de este año están lejos de los cien mil kilos que se llegaron a producir campañas atrás, cuando no había las limitaciones actuales porque la demanda garantizaba la comercialización de la hortaliza.

Como ocurre con el espárrago, el garbanzo y otros tantos productos de la tierra, la competencia externa dificulta su viabilidad. «Con la crisis, los productos nacionales no rotan porque tienen algo más de precio debido a los costes que todo el mundo conoce y no podemos sembrar lo que queremos», puntualiza Floren Rodríguez.

Es el sino del campo. Las limitaciones impuestas por un mercado cada vez más exigente y difícil para comercializar los productos garantizando la rentabilidad. Y el pimiento del piquillo no es ajeno a esta situación. «Está sufriendo un problema de consumo, como le está ocurriendo a todos los productos de calidad», apunta el gerente de «Los Zamoranos».

Productos sometidos a la competencia brutal del mercado exterior que puede llegar a venderse a la mitad de precio que los de marca nacional. ¿Razones?. Muy fáciles. «El país del que vienen la mano de obra trabaja en situación precaria, sin seguridad social ni nada. Y si te vas a las fábricas de transformación, ocurre lo mismo, entonces los costes son infinitamente inferiores. Y en tiempo de crisis la gente mira mucho el bolsillo, se va a lo barato».

Todo ello, sabiendo que el producto nacional es de excelente calidad. Y los pimientos del piquillo que se sacan de las tierras de La Guareña nada tienen que envidiar a los de Navarra. Según Floren Rodríguez, la hortaliza «aquí se da muy bien». La planta requiere una tierra franco-arenosa, con noches templadas y días que no superen los 30-35 grados. «Este año el mes de agosto ha sido un poco fastidiado porque si calienta mucho, el sol daña a la planta. Afortunadamente fueron pocos días y se ha conseguido buena producción y buena calidad».

Los 25.000 kilos de pimiento del piquillo recogidos esta campaña por la cooperativa «Los Zamoranos» ya van camino de Navarra para su transformación, ya que el producto se asa para su posterior comercialización enlatado o envasado.

Previamente, en Fuentesaúco la hortaliza se recoge de la tierra a mano. En general se trata de explotaciones familiares, donde se compatibiliza la siembra de este producto con otros como el espárrago o el garbanzo. Cuando la planta está roja es el momento de recolectarla para llevarla a la cooperativa, donde permanece almacenada tres o cuatro días en la nave antes de pasar a las cámaras, «sin luz para que cojan una tonalidad oscura», explica Rodríguez.

Después los productos son transportados a la cooperativa navarra, donde se someten a un asado artesanal «que mantiene intactas las propiedades».