El abuelo estaba sentado en el pollo de la
puerta; a un lado, su nieto jugaba. El niño hacía partícipe al abuelo de sus
juegos: le enseñaba un trocito de madera y alguna que otra cosita más que utilizaba para jugar. Después de un rato, el niño le dijo al abuelo que le contara un cuento. El abuelo guardó silencio un par de minutos. El niño, que se había sentado en el suelo, lo esperaba mirándolo; luego, el abuelo comenzó.
—Un día, por estas fechas, nació la
primavera.
— ¿Dónde nació? —preguntó el
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