Linarejos no vale nada, sólo lo vale su gente.
No es un pueblo viejo, ni monumental, ni siquiera ordenado, casi ni es un pueblo, pero las grandes historias que me contaron allí me han acompañado cada vez que iba a una zona montañosa.
Parece ser que gentes de Pedroso fundaron el pueblo hacia el siglo XVIII, con motivo de la explotación del lino, de ahí su nombre.
La repoblación forestal con pinos en el siglo XX contó siempre con la oposición de los nativos, que se dedicaban a la miel que se producía con los brezales que cubrían los montes (antiguamente robles). Así que los incendiaban con artilugios ingeniosos las laderas de Peña Mira y Peña Larga.
Los pinos se quedaron raquíticos por el pedregal y por ser un monocultivo intensivo.
En una ocasión un ciervo bajó al pueblo y devoró una camisa de un paisano de allí que estaba tendida.
El que los jabalíes bajaran a hozar y desenterrar las patatas eran moneda corriente.
Me contaron también que una anciana que cultivaba la tierra (allí tradicionalmente lo hacen las mujeres, como en Galicia), fue mordida por una víbora al coger un terrón con la mano. La mujer murió al mes por falta de sistencia médica adecuada.
No es un pueblo viejo, ni monumental, ni siquiera ordenado, casi ni es un pueblo, pero las grandes historias que me contaron allí me han acompañado cada vez que iba a una zona montañosa.
Parece ser que gentes de Pedroso fundaron el pueblo hacia el siglo XVIII, con motivo de la explotación del lino, de ahí su nombre.
La repoblación forestal con pinos en el siglo XX contó siempre con la oposición de los nativos, que se dedicaban a la miel que se producía con los brezales que cubrían los montes (antiguamente robles). Así que los incendiaban con artilugios ingeniosos las laderas de Peña Mira y Peña Larga.
Los pinos se quedaron raquíticos por el pedregal y por ser un monocultivo intensivo.
En una ocasión un ciervo bajó al pueblo y devoró una camisa de un paisano de allí que estaba tendida.
El que los jabalíes bajaran a hozar y desenterrar las patatas eran moneda corriente.
Me contaron también que una anciana que cultivaba la tierra (allí tradicionalmente lo hacen las mujeres, como en Galicia), fue mordida por una víbora al coger un terrón con la mano. La mujer murió al mes por falta de sistencia médica adecuada.