Ay!… Ricardo ay!…. Que peso me acabas de quitar de encima, recuerdo bien aquella noche. Yo venia de colocar unas “mansoeiras” en le regato de Carnatiño, de pronto oí como alguien caminaba detrás de mi, y con temor a ser descubierto me metí en la pallarega donde Sergio guardaba las gallinas. Recuerdo los alaridos del carabo, recuerdo la oscuridad y recuerdo tu larga presencia en la fuente, pero nunca pude saber quien eras. También el miedo se apodero de mí y los nervios me hicieron encender un cigarrillo, luego por arte de magia desapareciste y aquella oscura noche me atenazo, al querer salir corriendo por el Calilleiro tropecé en una lastra del pontón y me golpee la cabeza. En mi perdida de conciencia recorrí mundos de brujas y trasgos que me llevaban a lúgubres y tediosos lugares. Siempre creí haber vivido aquella situación pero hoy al leer tu relato volví a la realidad. A lo largo de los años recordé con estupor aquella situación.
Hoy me siento liberado.
PD. Aquellos anzuelos que con frecuencia perdías también tienen explicación.
Hoy me siento liberado.
PD. Aquellos anzuelos que con frecuencia perdías también tienen explicación.