A un lado estaba el transmisor, un transformador de distribución de alto voltaje, cinco mil volt-amperios, con sus correspondientes piezas polares recubiertas de aceite, conectado a un condensador de botellas de Leyden, un explosor, una bobina y un cable que subía hasta el techo.
En el extremo opuesto del escenario, el receptor contaba con un cable idéntico que pendía del techo, una réplica del condensador de botellas de Leyden y una bobina; el lugar del explosor lo ocupaba un tubo de Geissler, que emitía luz como una lámpara fluorescente de las de ahora al recibir corriente eléctrica. Ningún cable unía transmisor y receptor.
El transformador del grupo transmisor estaba alimentado por una línea especial que recibía la electricidad a través de un interruptor de cuchillo al aire. Cuando se accionaba el interruptor, el transformador rezongaba y resollaba, un halo vacilante rodeaba las capas de estaño que recubrían las botellas de Leyden, entre los bornes del explosor se escuchaba el sonoro chasquido de una chispa y un campo electromagnético invisible generado en el cable que hacía las veces de antena del transmisor, enviaba energía a su alrededor.
Al mismo tiempo, del lado del receptor, el tubo de Geissler se iluminaba gracias a la radiofrecuencia que recibía por el cable de antena del propio receptor
En el extremo opuesto del escenario, el receptor contaba con un cable idéntico que pendía del techo, una réplica del condensador de botellas de Leyden y una bobina; el lugar del explosor lo ocupaba un tubo de Geissler, que emitía luz como una lámpara fluorescente de las de ahora al recibir corriente eléctrica. Ningún cable unía transmisor y receptor.
El transformador del grupo transmisor estaba alimentado por una línea especial que recibía la electricidad a través de un interruptor de cuchillo al aire. Cuando se accionaba el interruptor, el transformador rezongaba y resollaba, un halo vacilante rodeaba las capas de estaño que recubrían las botellas de Leyden, entre los bornes del explosor se escuchaba el sonoro chasquido de una chispa y un campo electromagnético invisible generado en el cable que hacía las veces de antena del transmisor, enviaba energía a su alrededor.
Al mismo tiempo, del lado del receptor, el tubo de Geissler se iluminaba gracias a la radiofrecuencia que recibía por el cable de antena del propio receptor