Mi querido e inolvidable Zé, el numerado doscientos cincuenta y dos mil quinientos veinticinco, ¡cómo pasan los años y cómo vamos cambiando! ¡Cómo se nota tu ejercicio en la sacristía, al lado de tu bien amado padre José! Ahora resulta que nos vienes con la parábola del viñador, olvidándote de que tú fuiste segador de "leiras", y nunca trabajaste en la vendimia. ¿Dónde están las viñas de "As Carvalhas", allá en lo alto de la Sierra de "A Coroa"? ¿En qué "leiras" de "As Frieiras" cortaste tú un solo racimo, mi querido "malandro"?
Abandona esa profesión de sacristán, mi querido ex, que vas a terminar con el cerebro más lavado que las manos de Pilatos.
Abandona esa profesión de sacristán, mi querido ex, que vas a terminar con el cerebro más lavado que las manos de Pilatos.