Lo más chocante es que los niños y las niñas estábamos separados en las
escuelas, pero siempre acabábamos jugando juntos en los recreos, o mirándonos cómo jugábamos los unos a los otros.
Especialmente si era la época de la comba, miraban ellos, si era la época de los aros y las peonzas, mirábamos nosotras