Para cualquiera son muchas y muy dolorosas pérdidas, pero para un pueblo tan pequeño todavía más. Un recuerdo para ellos y un abrazo para sus familiares. Y mis disculpas si a alguno no lo he nombrado.
Y una vez que entra uno en el término municipal de su pueblo, no puede por menos que acordarse de los que desgraciadamente se han ido, foreros o no, parientes o no, amigos o conocidos. Por señalar alguno que me viene a la mente: la hermana de JMG, mi tío Paco, Jesús el del sombrero, Lucy, Florencia, Paca, Marcos, mi tía Tere, Vega,... y mi “sobrino” Perico.
Algunos (mi persona, única y exclusivamente) no hemos agradecido lo suficiente los detallazos de Nacho, el logroñés de Malva, ni tampoco hemos valorado lo suficiente el haber tenido la oportunidad de conocer personalmente a Irene, la entrañable uruguaya de Malva. Nunca es tarde para celebrar estas amistades y mandarles un fuerte abrazo.
A base de whatsapazos y telefonazos muchos de nosotros nos hemos mantenido en contacto pero el foro, de no ser por Madrileña, por Nacho y algún que otro aventurero, se nos ha venido bastante abajo. ¡Con lo bonito que era!
El pasado domingo se cumplió un año desde que me desperté con aquel dolor en el pecho que terminó dando con mis huesos en un hospital donde, a base de serrar, cortar, pegar, coser y otras perrerías me vinieron a arreglar (parece que bien) alguna tubería atascada. Aprovecho para dar las gracias a todos los que se interesaron por mí.
¡Salud!... Y hasta la vista.
Alguien me ha dicho hoy, que estaba como una regadera vieja.
Así que dicho y hecho. Primero una verdurita, después un pollo de corral de casa y de postre una tarta con forma de corazón. Todo ello regado con mucho amor y sobre todo tiempo.
Aunque en ésta sociedad nuestra, San Valentín es más la fiesta del consumo, no tiene porqué. Una buena comida y un buen postre, me parece una bonita manera para celebrar.
Yo soy más de San Calentín, por aquello de mantener la llama viva. Y no me estoy refiriendo a la llama animal mamífero y si a la chispa entre dos personas que un día emprendieron un proyecto en común.
Y es que aunque no nos podemos quejar de las temperaturas al mediodía, todavía no podemos ir en piernas.
Por San Valentín (14 de febrero), enamorados hasta d (el) calcetín.