Así que Gumer, viendo a Miguel agacharse a llenar la media, mientras los otros se escaqueabana, le quitó la poca intención que llevaba:
- ¡Quieto, tú quieto! Al tiempo que soltaba el saco y chiscaba un cigarro.
- ¡Coño que si no, no acabamos…!
-Tú quieto… le insistía Gumer, deja a ver en qué para esto.
Y es que es lo de doblar el riñón no gusta ni en
Fuentes siquiera, fíjate lo que te digo.
--- o0o ---