Los campos del tío Barret, o, mejor dicho
para ella, «del judío don Salvador y sus descomulgados
herederos», eran una mancha de miseria en
medio de la huerta fecunda, trabajada y sonriente.
Bueno, ya me di una vuelta por malva en un ratito.
Os dejo que voy a ver si les hago algo de merendar a mis dos hombres