El rey tenía tres soldados para cuidar los pavos y las gallinas; y la sortija la habían robado los tres soldados.
El rey encerró a Juan en una habitación durante tres días, para que pudiera pensar. Cada día iba un soldado a llevarle de
comer. Juan, al primero que llegó le dijo:
-Gracias a Dios que he visto a uno de los tres. Al otro día fue el segundo, y le dijo:
-Gracias a Dios que he visto a dos de los tres. Y al tercer día fue el tercero y Juan le dijo:
-Gracias a Dios que he visto
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